Viaje a las entrañas del Guiniguada: 3.400 toneladas de residuos cubrían el cauce soterrado del barranco
Las bóvedas que soterran el barranco en su desembocadura permanecían cubiertas de arena, restos de barcos, microplásticos y todo tipo de basura

La Provincia
Botellas, neumáticos de buques, microplásticos de todos los colores y hasta un carrito del supermercado. Todo ello aderezado con cantidades ingentes de arena volcánica de un color negro intenso. Tras medio siglo soterrado bajo el hormigón y el asfalto, el Guiniguada ha ido acumulando basura y restos en su lecho. Fruto del flujo de las mareas, las escorrentías o el vandalismo. Concretamente, los técnicos de Emalsa han retirado en los últimos meses 3.400 toneladas de residuos del interior de las bóvedas que encauzan el barranco entre el Rectorado de la ULPGC y su desembocadura.
Introducirse en las entrañas del Guiniguada, en Las Palmas de Gran Canaria, significa hacer un viaje a las profundidades. Un lugar oscuro, donde reina la humedad y el sonido del mar se va introduciendo por la galería a medida que la vista se acerca a la desembocadura del barranco. Tan solo las arañas y alguna que otra cucaracha logran sobrevivir a las duras condiciones ambientales como único atisbo de vida. No obstante, la arena negra traída por las mareas han formado una playa cubierta por la losa, creando una estampa oculta a unos metros por debajo de la estatua de Pérez Galdós que preside la GC-110.
«Esto ha sido un trabajo complejo y minucioso de tres meses», explica Marcos Salazar, técnico de Emalsa. Esta ha sido la primera vez que se hace una limpieza exhaustiva del cauce del Guiniguada desde que este quedara sellado bajo el hormigón y el asfalto en la década de 1970. De las 3.400 toneladas de residuos que han retirado, el 70% corresponden a arena negra volcánica, habitual en el litoral capitalino hoy sepultado por los de rellenos de la Avenida Marítima y acumulada ahora por las corrientes en el canal del barranco.
Degradación medioambiental
Esta limpieza viene después de que Juan Manuel Rodríguez, vecino de la capital grancanaria, denunciara a los medios de comunicación en el mes de febrero la situación de degradación medioambiental que vivía el barranco Guiniguada en su tramo más bajo. El Consejo Insular de Aguas instó a Emalsa a limpiar el cauce, puesto que al ser de carácter urbano la competencia del mantenimiento de estas zonas es de los ayuntamientos. Comenzaron entonces unos trabajos para retirar toneladas de residuos acumulados durante décadas, con un coste de 300.000 euros.
El sistema de túneles del Guiniguada está conformado por cuatro bóvedas de hormigón o pontones que discurren de manera paralela con 3,3 metros de alto por 5,26 de ancho. Un segundo tramo de dos unidades con 3,28 metros de alto y un tercero de 4,35 por 26,1 metros, que es justo por donde el mar accede en función de las mareas. La estructura fue construida mayoritariamente de hormigón en masa -capaz de soportar grandes pesos-. A diferencia del hormigón armado, este carece de varillas de acero en su estructura interior, por lo que es más resistente a la humedad a largo plazo.
Dificultad de los trabajos
Normalmente, el mar cubre la mayor parte del tiempo el tercer tramo donde hay un solo canal y, en función de las mareas, el agua puede penetrar por las bóvedas hasta 300 metros lineales aguas arriba -la canalización del barranco entre Vegueta y Triana tiene un kilómetro de largo-. Esto provoca un ambiente húmedo de manera permanente que ha dificultado las labores de limpieza realizada durante esta primavera.

Visita a las entrañas del Guiniguada tras la limpieza / Andrés Cruz
El poder de las corrientes es tal, que a pesar de haber culminado la limpieza de las bóvedas el pasado mes de junio, el mar ha vuelto a cubrir con un metro de arena la desembocadura. Arena que no ha venido sola, sino mezclada nuevamente con todo tipo de basura de los barcos, además de la que ya han vuelto a tirar quienes acceden a las bocas. Esta zona es frecuentada por personas sin techo que pernoctan bajo el viaducto de la autovía o en fincas abandonadas. Los técnicos también vieron marcas de bicicletas y motos.
Unión con Barranco Seco
Las bóvedas del Guiniguada arrancan unos metros aguas arriba del Rectorado de la ULPGC. En este punto existen cuatro bocas por las que acceder a través de una rampa que el Cabildo realizó hace década y media para ejecutar unas obras hidráulicas -y a pesar de ser provisional sigue allí-. Los técnicos han puesto en conocimiento de Emalsa esta situación para su posterior remisión al Consejo Insular de Aguas.
La obra en cuestión consistía en habilitar una tubería desde la unión del Barranco Seco en el Guiniguada hasta la llegada de este último al mar. Por la misma discurren las aguas regeneradas excedentes de la depuradora. Emalsa ha culminado parte de los trabajos que la contrata dejó sin terminar hace más de una década; y la idea es que estas aguas -totalmente reutilizables y limpias- dejen de tirarse al mar y vayan al depósito que el Cabildo Insular está construyendo en El Fondillo.

Así fue la exhaustiva limpieza del Guiniguada / La Provincia
Esta rampa ha impedido limpiar por completo la losa previa a las bóveda. A las bóvedas también llegan dos vertidos de salmueras provenientes de las desaladoras de fincas de plataneras que todavía perviven en el barranco. Estos aportes hídricos son más recientes que la estructura que recubre el Guiniguada. Infiltraciones que han propiciado que crezcan pequeños ejemplares de palmera canaria, los cuales serán trasladados.
La mayor avenida de retorno
Los lodos acumulados en la losa previa a los túneles, al igual que los residuos acumulados en el interior y la rampa que deberá ser retirada restaban capacidad a la canalización en caso de tormenta. El soterramiento del Guiniguada está pensado para soportar la mayor avenida de retorno en más de un siglo, «unos 518 metros cúbicos por segundo, capaz de llenar la piscina del Metropole en menos de cinco segundos», matiza Salazar. La probabilidad de darse esta situación es del 0,2%.
La encauzamiento del Guiniguada entre Vegueta y Triana -que tanto debate ha traído al crear una autovía entre ambos barrios históricos- es todo un hito de la ingeniería en Canarias. Costó en su momento 862 millones de pesetas -unos 5,1 millones de euros- con el objetivo de dar soporte a la nueva Carretera del Centro para sacar el tráfico de Vegueta y conectar con la Avenida Marítima.
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