Así fue la limpieza de las bóvedas del Guiniguada
Emalsa utilizó maquinaria adaptada a las estrechas galerías y métodos manuales para sacar todo tipo de residuos del interior

Así fue la exhaustiva limpieza del Guiniguada / La Provincia
La primera limpieza del Guiniguada, en su tramo más bajo a su paso por Las Palmas de Gran Canaria, se ha saldado con la recogida de 3.400 toneladas de residuos. La mayor parte ha sido arena negra volcánica traída por la marea hasta la desembocadura, pero también han encontrado todo tipo de desperdicios, de restos de barcos a botellas de plástico. Para ello, ha sido necesario hacer un despliegue con maquinaria y métodos adaptados a las condiciones de trabajo de un sistema de túneles donde reina la humedad.
Buena parte de lo recogido han sido miles de kilos de microplásticos mezclados con la arena -la presencia de estas sustancias está siendo devastador para la biodiversidad marina-. También encontraron neumáticos utilizados a modo de defensa en barcos, amarres, sogas y artes de pesca; además de botellas, latas, bolsas o restos de madera.
Residuos traídos por el mar
A los residuos traídos por el mar -la desembocadura funciona a modo de embudo- hay que añadirle los que dejan quienes acceden de manera temeraria a los túneles -la zona es frecuentada por personas sin techo, aunque también han visto huellas de ruedas de motos, bicis-. Los operarios encontraron hasta un carrito de la compra entre la basura.
Las condiciones de trabajo han sido complejas. A la alta humedad hay que añadirle lo angosto de los túneles, por donde los operarios no podían manejar maquinaria grande. En su lugar, optaron por vehículos pequeños y por retirar parte de los residuos de manera manual.
Controlar los niveles de oxígeno
Además, para retener el mar «se hizo un muro en la desembocadura para trabajar en seco», detalla Marcos Salazar, técnico de Emalsa. Y aún así, ha sido fundamental tener en cuenta las mareas puesto que en la pleamar lo sobrepasaba e inundaba. También han utilizado medidores para controlar los niveles de oxígeno, metano, ácido sulfhídrico y el límite de explosividad, por seguridad.

Así estaba el barranco en el mes de febrero. / José Carlos Guerra
Por otro lado, en la zona previa a la entrada de las bocas existe una losa de hormigón a cielo abierto donde había depositadas varias toneladas de lodos, fruto de las escorrentías que se han producido durante medio siglo cada vez que llueve. Además, mezcladas entre los depósitos naturales había restos de toallitas húmedas y escombros.
Esta explanada sirvió para disponer la maquinaria del operativo y secar los residuos mojados que sacaron del interior de los túneles para poder ser trasladados al vertedero. La denuncia de Juan Manuel Rodríguez, vecino de la capital, ha sido clave para que estas tareas de limpieza hayan tenido lugar.
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