Una queja vecinal lleva al cierre la hamburguesería All or Nothing en Triana
El local lleva dos semanas clausurado en Primero de Mayo por orden municipal debido a los olores que genera

La hamburguesería All or Nothing cerrada, este miércoles. / José Carlos Guerra
La hamburguesería All or Nothing, situada en la calle Primero de Mayo, se ha visto obligada a cerrar tras una queja vecinal por los olores. El negocio anunció en sus redes sociales que el local lleva clausurado dos semanas por este conflicto de convivencia y que prevé reabrir este jueves. "Cumplimos con las medidas establecidas por el Ayuntamiento de Las Palmas. En la ordenanza municipal se indica que los conductos deben estar, como mínimo, a tres metros de la ventana más próxima, en nuestro caso está a 15 metros", aseguraron en su cuenta de Instagram.
El negocio lamenta la resolución de cierre y alega que el edificio más cercano "está completamente abandonado, y el que le sigue está a 15 metros de la salida del humo". Sin embargo, la orden del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria señala que la Policía Local pudo comprobar in situ la presencia de olor a comida en la vivienda del denunciante. "Una vez en el interior de su vivienda, los agentes pueden apreciar de forma evidente y clara un fuerte olor a comida proveniente del citado local, estando situados en una de las estancias de la casa", recoge el documento.
Informe de los agentes
Posteriormente, los agentes se dirigieron al establecimiento y observaron un conducto que parte de la cocina de la hamburguesería y expulsa los humos hasta el tejado o parte alta del local. Desde la ventana del vecino, indicaron, "se puede observar la chimenea, ya que se encuentra a la misma altura". El informe añade que "el requiriente manifiesta que existen más vecinos afectados por estas molestias y que llevan sufriendo este problema desde hace ya un tiempo considerable".
La empresa ha puesto el caso en manos de sus abogados e ingenieros. Se trata del segundo local que se ve obligado a cerrar en Primero de Mayo, ya que la marca comenzó su andadura en la misma calle, aunque unos metros más abajo. "El primero, el que nos vio nacer, estuvo nada más y nada menos que tres meses cerrado. Ya una vez nos mudamos, nos llega la notificación de que podíamos abrir, pero ya era demasiado tarde", contaron en sus redes sociales.
Apoyo en redes
Arropados por una oleada de mensajes de apoyo de clientes y otros negocios, los responsables del establecimiento subrayan que son una empresa familiar, sin inversores ni socios capitalistas. "Es el trabajo de una familia que lo tuvo que dejar todo para poder abrir el primer local", destacaron. En la misma publicación, explicaron que se han negado a expandir el modelo a la península, abrir en Reino Unido o franquiciar, ya que solo quieren que "siga siendo algo familiar".
La marca mantiene otros dos locales en Gran Canaria; uno en Siete Palmas, en la calle Fondos de Segura, y otro en Telde, en la calle Alonso Quesada. El cierre coincide además con el aniversario de All or Nothing, que cumple tres años en noviembre. "Tres años llenos de historias, momentos increíbles, y sobre todo ustedes, que nos han acompañado durante todo este tiempo", se dirigieron a sus seguidores en Instagram.
Otros casos
El anuncio del cierre de All or Nothing se produce casi al mismo tiempo que la sorpresa por la orden de cierre de la centenaria panadería Miguel Díaz, en la calle Viera y Clavijo. En este caso, una comunidad de vecinos denunció al comercio por las molestias del hollín y las cenizas procedentes de su chimenea. Esa queja exhibió que el negocio operaba sin licencia de apertura ni declaración responsable. Ahora, el emblemático establecimiento recoge firmas para intentar evitar su cierre.
Estos conflictos evidencian las dificultades de convivencia entre el sector de la restauración y los vecinos de la capital. No solo los olores, el humo y los restos de hollín generan fricciones, también lo hace el ruido. Cabe recordar que ya entró en vigor el cierre temprano de las terrazas de Joaquín Costa, tras fallar la justicia a favor de los residentes, que no podían conciliar su vida diaria por la contaminación acústica.
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