Elbarakah Abdellatef, el carnicero halal de Néstor de la Torre que lleva la profesión "en la sangre"
Es carnicero desde los ocho años y hace dos abrió su propia carnicería halal que solo vende producto local de Gran Canaria

Carnicería Halal / Andrés Cruz
Elbarakah Abdellatef es carnicero desde los ocho años. La profesión ha sido el sustento de su familia durante generaciones, y él la ha mantenido viva con orgullo. «Lo llevo en la sangre», afirma con una sonrisa tras el mostrador de su carnicería halal Merrakchi, abierta hace dos años en la calle Néstor de la Torre, en Las Palmas de Gran Canaria. Desde primera hora de la mañana hasta el cierre, el local no deja de recibir clientes que buscan carne fresca y productos típicos de la gastronomía árabe.
Abdellatef llegó a Gran Canaria con 25 años junto a su familia. Recién instalado, comenzó a trabajar en una carnicería de la calle Viriato, donde continuó el oficio que había aprendido en Marruecos y permaneció durante quince años. Aquella experiencia fue su escuela antes de lanzarse a emprender. Con el tiempo decidió abrir su propio negocio, convencido de que su nombre ya era sinónimo de calidad. «Si preguntas aquí, en Telde o el Sur todos me conocen», asegura con orgullo.
Entre tanto, también puso en marcha un matadero halal, que según cuenta, fue el primero de la Isla. Sin embargo, con el crecimiento de su carnicería decidió delegar su gestión en dos trabajadores de confianza para poder centrarse por completo en Merrakchi.
¿Qué es el sello halal?
El sello halal es un distintivo que certifica que el producto ha sido elaborado conforme a los preceptos del Corán. En el caso de la carne, implica que el sacrificio del animal, ya sea vaca, cabra, oveja o ave de corral, se realiza con un corte preciso en la tráquea, la arteria carótida y la vena yugular, permitiendo que se desangre hasta su fallecimiento. Durante el proceso, el sacrificador debe pronunciar una frase de agradecimiento a Alá y orientar el cuerpo hacia la Meca. Según los practicantes, este método busca garantizar una muerte rápida y minimizar el sufrimiento del animal.
Aunque buena parte de su clientela es musulmana y busca cumplir con las normas religiosas, cada vez son más los canarios no creyentes que compran en Merrakchi atraídos por la calidad del producto. «Toda nuestra carne es de animales que son de Gran Canaria», destaca Abdellatef, subrayando que la frescura es su mejor carta de presentación. «Esto no tiene conservantes ni está congelada, es tal cual así, y eso se nota en el sabor», añade.
Comidas preparadas
En sus vitrinas no solo hay piezas de res o cordero, sino también carnes preparadas al estilo marroquí. El carnicero explica con detalle la receta: cebolla, cilantro, comino, pimienta negra, jengibre, sal y aceite. Una mezcla de aromas que tiene puro sabor a Marruecos y que triunfa entre quienes buscan un toque exótico en la cocina.
Merrakchi es también un proyecto familiar. La esposa de Abdellatef atiende el mostrador y se encarga de preparar los encargos para celebraciones y eventos. Entre los platos más demandados está el cordero, un producto estrella que se consume durante todo el año, aunque su protagonismo se multiplica en el Día del Cordero, la festividad más importante del calendario musulmán.
Un oficio heredado
Durante el Ramadán, la actividad en la carnicería se intensifica. Las familias se reúnen al anochecer para romper el ayuno con menús abundantes y elaborados, y muchos de esos platos salen directamente de su cocina. Bajo encargo, preparan una amplia variedad de recetas tradicionales como pescado al horno, ensaladas, cuscús, pastela de pollo o pescado, pollo asado y cordero asado, entre otras delicias.
Mientras tanto, él continúa trabajando cada día tras el mostrador, con la serenidad de quien ha encontrado su lugar. «Mi familia de toda la vida hemos nacido entre carnes», resume en la carnicería en la que confluyen las raíces, el esfuerzo y la pasión por un oficio que, en su caso, se hereda como una forma de vida.
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