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Esta es la triste historia de la plaza de Santa Ana de las Palmas de Gran Canaria: guarda un lado oscuro que relata la historia de la ciudad

Este rincón de la capital oculta uno de los secretos más oscuros de la historia de la isla, porque en lo que hoy es una hermosa plaza, hace siglos se llevaban a cabo algunos de los actos más atroces de la Inquisición española

La Plaza de Santa Ana es uno de los lugares donde murieron muchos canarios hace siglos

La Plaza de Santa Ana es uno de los lugares donde murieron muchos canarios hace siglos / Cabildo de Gran Canaria

Luis Miguel Mora

Luis Miguel Mora

Miles de turistas y residentes se fotografían a diario junto a los icónicos perros de la emblemática plaza de Santa Ana, sin imaginar que bajo sus pies se derramó la sangre de numerosos canarios que entregaron su vida defendiendo la historia y las tradiciones de sus raíces. Este rincón de Las Palmas de Gran Canaria fue escenario de los juicios de la Inquisición española, donde durante más de tres siglos se procesaba y ejecutaba a quienes no se sometían a las estrictas exigencias de los gobernantes, castigando con pena de hoguera a aquellos que se atrevían a pensar de manera diferente. También, aquí fueron procesados judíos, piratas, brujas y herejes, convirtiendo a este lugar en un punto de interés para los aman la historia.

Entre 1493 y 1820, un total de 2.263 personas fueron directamente afectadas por la Inquisición en Canarias, ya sea mediante procesos, castigos o ejecuciones, según datos de varias fuentes expertas como Fernando Paetow. Muchos canarios fueron asesinados, quemados o torturados por la Inquisición española en la Plaza de Santa Ana, aunque esta cifra es significativamente menor de lo que sugiere la leyenda negra. Esta ubicación no es casual ya que se encuentra frente a la catedral de Las Palmas de Gran Canaria, y a unos metros del antiguo convento de Santo Domingo de Guzmán.

Plaza de Santa Ana durante la primera década del siglo XX

Plaza de Santa Ana durante la primera década del siglo XX / Archivo de fotos de Canarias

La Plaza Santa Ana: de ser lugar de inquisidores a ser una postal de la ciudad

Este lugar de encuentro y punto neurálgico del paisaje urbano cargó siglos atrás con un pasado mucho más oscuro, porque fue escenario de entregas de presos del Santo Oficio, lectura de sentencias y punto de partida para los condenados que serían conducidos al quemadero. La historia de la plaza y su vinculación con la Inquisición revela las profundas huellas del poder religioso y civil en el urbanismo canario.

Los datos que proceden de la obra La Inquisición en la Isla de Gran Canaria (1493–1820), del historiador Fernando Paetow, describe cómo durante el siglo XVI los reos condenados eran entregados en el centro de la Plaza de Santa Ana al gobernador, antes de ser trasladados para su ejecución. Según el documento: "En el centro de la plaza de Santa Ana los entregaron al gobernador para ser conducidos al quemadero. Allí fueron atados con cadenas a los postes, mientras colocaban la leña a sus pies…". Esta práctica convierte a la plaza en un testigo de la historia de Canarias, porque no era solo un lugar de tránsito, sino de exhibición del castigo.

Otro papel central lo cumplió la plaza como sede provisional de las cárceles inquisitoriales. Cuando el inquisidor Bartolomé López de Tribaldos llegó a Las Palmas en 1504, la Inquisición utilizó las cárceles del edificio de las Casas Consistoriales, ubicadas en esa misma plaza, para retener a los acusados. De este modo, este rectángulo de la capital se convertía en un centro operativo total de la inquisición, donde se encarcelaba a los acusados y se llevaban a la hoguera si el tribunal lo estimaba oportuno.

La Inquisición Española usó este escenario como lugar de ejecuciones y auotos de fe

La Inquisición Española usó este escenario como lugar de ejecuciones y auotos de fe / ChatGPT

500 años de grandes diferencias

En lo que hoy es una plaza donde está la Catedral de Santa Ana, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento, el archivo municipal y también hay bares y hoteles, hace siglos, más de 2.000 personas perdieron la vida. Según el libro de Paetow, los primeros ajusticiamientos por la Inquisición en Canarias tuvieron lugar a comienzos del siglo XVI. El primer auto de fe se celebró en 1507 a un comerciante portugués acusado de judaísmo y a una mujer canaria señalada por brujería, que fueron condenados y quemados. Su entrega pública ante el gobernador, en el centro de la plaza, marcó el inicio de más de tres siglos de represión religiosa en el archipiélago.

La Inquisición torturó y sesinó a todas estas personas

La Inquisición torturó y sesinó a todas estas personas / ChatGPT

El gran auto de fe de 1526, presidido por el inquisidor Martín Jiménez, fue uno de los episodios más terribles. En él fueron condenados varios canarios que fueron entregados públicamente en la Plaza de Santa Ana antes de ser conducidos al quemadero, situado detrás del convento de Santo Domingo, en Vegueta. Las crónicas describen cómo fueron atados con cadenas a los postes y ejecutados mientras las autoridades religiosas y civiles presenciaban el acto.

En total, 10 personas fueron quemadas en persona, 108 en estatua, 498 reconciliadas y 1.647 penitenciadas. Estas últimas no murieron, pero sufrieron castigos como confiscaciones, prisión, destierro o azotes públicos. En conjunto, más de 2.200 personas fueron procesadas por el Santo Oficio en el archipiélago entre los siglos XV y XIX.

El contraste actual de la plaza Santa Ana

La configuración y forma actual de la plaza es el reflejo de los orígenes de la ciudad. La simetría, los accesos amplios, y la centralidad responden a su papel como núcleo del poder religioso y administrativo desde el siglo XV. El contraste entre el uso presente y el pasado es notable, porque donde hoy los ciudadanos y los turistas caminan y celebran actos de la ciudad, hace siglos se leían sentencias y se quemaba a ciudadanos.

Reconstrucción por IA del quemadero de la plaza Santa Ana

Reconstrucción por IA del quemadero de la plaza Santa Ana / ChatGPT

Santa Ana era el epicentro vivo de esa relación de poder. Con el paso del tiempo, por fortuna, los autos de fe y las ejecuciones quedaron atrás. Las funciones represivas desaparecieron, la Inquisición fue abolida, y los símbolos del Tribunal se transformaron o perdieron aplicabilidad. La memoria fue relegada a los documentos y al estudio histórico. Sin embargo, la plaza siguió siendo el centro de la vida social y religiosa de la ciudad.

Hoy, al pasear por Santa Ana, pocos recuerdan que ese suelo fue testigo del dolor, pero su piedra sigue estando ese pasado doloroso que la Inquisición hizo hace siglos.

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