La prostitución en Arenales genera una "alta rentabilidad" inmobiliaria
Un estudio académico vincula la persistencia de burdeles con el beneficio económico de los propietarios y la falta de rehabilitación urbana

Foto de archivo del barrio de Arenales. / ANDRES CRUZ
La prostitución ha dejado una huella profunda en el barrio de Arenales. Así lo concluye el estudio ‘Prostitución y espacio urbano en el barrio de Lugo’, que analiza cómo esta actividad ha condicionado durante más de cuatro décadas la vida social, comercial y urbana del barrio, generando un círculo de degradación que se retroalimenta. Con la prostitución se puede plantear el mismo dilema que con la gallina o el huevo. ¿La degradación del barrio dio paso a la prostitución o la prostitución provocó la degradación del barrio?
Para responder a la pregunta es necesario hacer retrospectiva hacia la formación de Lugo. El trabajo, elaborado por María del Mar Mesa Moreno y Juan Manuel Parreño Castellano, explica que surgió como un ensanche de clase media entre las últimas décadas del siglo XIX y mediados del siglo XX. A partir de los años 60 comenzó la renovación urbana, con la sustitución de casas terreras por edificios de varias plantas. Sin embargo, la crisis económica posterior impidió que ese proceso llegara a completarse, dejando numerosas viviendas sin uso. Fue en ese contexto, ya en los años 80, cuando surgieron los primeros burdeles. «La prostitución se convirtió, por tanto, en una opción de negocio para los propietarios de algunas viviendas», apuntan los investigadores.
Las calles Molino de Viento, Matías Padrón, Pamochamoso y Suárez Naranjo concentran la mayoría de los prostíbulos, instalados en viviendas terreras antiguas, muchas de ellas deterioradas por falta de mantenimiento. Los investigadores destacan que la prostitución se ha convertido en una forma de rentabilizar inmuebles que, de otro modo, permanecerían vacíos o tapiados. Los propietarios los alquilan a responsables del negocio, las llamadas ‘madames’, que subarriendan las habitaciones a las mujeres. «Los intereses de los dueños de los inmuebles explican en parte la persistencia de la prostitución en la zona, al obstaculizar cualquier renovación urbana», señalan los autores. Y es que el subarriendo de habitaciones a las mujeres permite que los propietarios obtengan una "alta rentabilidad" inmobiliaria: «Las elevadas rentas que reciben los propietarios impiden que estos inmuebles entren en el mercado de la vivienda».
Falta de comercio
Pero la actividad de la prostitución también ha degenerado la vida social y los edificios del barrio. El estudio refleja que más del 70% de los vecinos encuestados perciben la actividad como un problema asociado a la inseguridad, la insalubridad y la pérdida de vida comercial. En las calles donde se concentra la prostitución hay un 39% de locales cerrados, y los pocos negocios que sobreviven, sobre todo peluquerías, bares o bazares, están orientados, en parte, a atender a las trabajadoras sexuales, clientes y personas que trabajan en este ambiente. La baja cantidad de comercio se intensifica en las calles donde se ejerce la prostitución. Molino de Viento es la vía con menor número de locales comerciales, y a su vez, con el mayor número de comercios cerrados. «La calle solo dispone de 16 locales en un trazado de 500 metros de vía, de los cuales el 50% se encuentra sin actividad», refleja.
El rechazo de los vecinos y la falta de actividad comercial ha provocado que los residentes de clase media no vean el barrio como una opción para vivir, y favorece la llegada de grupos más vulnerables, lo que refuerza «el abandono de ciertas actividades productivas, mientras refuerza otras directamente vinculadas con la propia prostitución».
Mesa y Parreño concluyen que la prostitución es a la vez causa y consecuencia de la degradación urbana, y que cualquier intento de revertir la situación debe combinar actuaciones sociales y urbanísticas. Advierten que es necesario la puesta en marcha de políticas públicas que ofrezcan alternativas laborales y de vivienda a las mujeres prostituidas, junto con una intervención decidida para rehabilitar el tejido urbano y recuperar la convivencia vecinal.
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