El calvario de un paciente con esclerosis mútiple: se queda sin vado especial en Las Palmas de Gran Canaria por un punto porcentual
La normativa municipal estipula que el solicitante debe tener al menos un 50% de discapacidad y Juan Carlos García tiene un 49% en una enfermedad neurodegenerativa: "Solo pido más empatía"

Laura de Pablo
Juan Carlos García padece esclerosis múltiple (EM) desde 2016 cuando comenzó a notar problemas en la pierna izquierda: "Ya me fallaba y empezaba a arrastrarla". Pero no puede tener un vado o estacionamiento para personas con movilidad reducida porque le falta todavía un punto porcentual para tener el requisito que la normativa municipal exige. Mientras tanto, su condición empeora.
Llega con dificultad hasta la puerta de su casa. Sube lentamente una empinada cuesta zigzagueante del barrio de Casablanca I por no poder aparcar su coche cerca de su domicilio al carecer de un vado especial para personas con movilidad reducida (PMR).
Va apoyado en su muleta, pero también del brazo de su mujer, Jéssica, que junto a su hijo, se han convertido en pilares fundamentales con los que sobrellevar su enfermedad.
La caminata, debido a la enfermedad que padece, se convierte en un ascenso doloroso y agotador dado su estado físico. "La distancia de donde tengo que dejar muchas veces el coche hasta mi casa hace que tenga que caminar hasta 20 minutos en estas condiciones, cuando que a otra persona solo le supondría cinco minutos".
Eso hizo que el pasado mes de marzo solicitara al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria la "reserva de estacionamiento para minusválidos o personas con movilidad reducida" como se denomina en el reglamento municipal a este tipo de vado, pero se topó con la normativa.

Un paciente con esclerosis múltiple solicita un vado PMR / José Carlos Guerra
Aunque Juan Carlos supera ampliamente el 33% que la Ley ELA en España concede de forma automática a pacientes diagnosticados con este tipo de enfermedades, sigue sin ser suficiente para el reglamento municipal, que a la hora de otorgar un vado PMR exige un mínimo de un 50%, en función de lo que establece el propio Gobierno de Canarias.
Él tiene reconocido un 49%. Solo un punto porcentual le separa de poder mejorar su calidad de vida -mejorando la accesibilidad- en un barrio que fue construido hace décadas en plena ladera.
"Solo pido empatía"
Juan Carlos es consciente de la 'barrera' reglamentaria. "Sé que la Ley hay que cumplirla y soy el primero que lo hace, pero es que estamos hablando solo de un punto porcentual para poder tener el vado, lo que pido es que se pueda ser un poco más empático teniendo en cuenta la zona en la que vivo, que es toda de subidas y bajadas. Si dejo el coche muy lejos, me cuesta horrores llegar".

Juan Carlos junto a su coche adaptado en el que lleva también la silla de ruedas. / José Carlos Guerra
Desde la Concejalía de Movilidad aclaran que "el Ayuntamiento aplica la normativa que marca el Gobierno de Canarias" y que "no posibilita hacer excepciones, por muy lógicas que nos puedan parecer". Y subrayan que si la discapacidad ha aumentado "tiene que solicitar al Gobierno de Canarias la revisión de su situación".
Una revisión que desde la Asociación Provincial de Esclerosis Múltiple Las Palmas (Apem) subrayan que "suele tardar entre dos y tres años", explica su presidenta, Mila López. Tiempo, además, que se tardó en valorar por primera vez a Juan Carlos.
Un tortuoso peregrinar
Tras un recorrido por médicos de Atención Primaria y especialistas en hospitales públicos y privados, en 2021 un médico le puso nombre y apellido a lo que sufría: Esclerosis Múltiple, o la ya conocida 'enfermedad de las mil caras'.
"El médico de cabecera me dijo la primera vez que me vio arrastrando la pierna porque tenía una cadera más alta que la otra, pero no me mandó ni al traumatólogo ni nada, solo que hiciera piscina para fortalecer la musculatura".
Médicos de neurología, una sucesión de pruebas que quedaban desfasadas una vez que llegaba al especialista... se convirtió en un tortuoso peregrinar hasta que uno de ellos le habla por primera vez de 'paraparesia espástica' o rigidez en la pierna, uno de los primeros síntomas de la EM.
Es hasta que llega al Hospital Insular, y tras una resonancia completa y una punción lumbar, que le encuentran placas de esclerosis en las dorsales, placas que son el resultado de la pérdida de la mielina -cubierta protectora de las fibras nerviosas- causado por el propio ataque del sistema inmunológico.
La enfermedad con la que vive se ha ido agravando en los últimos años. De los primeros "fallos" que le daba su pierna, actualmente Juan Carlos tiene que usar la muleta, no solo en la calle, sino también en su casa, "incluso ya estamos buscando un andador", añade.
Padece también de hipoacusia, trombo bilateral, celiaquía, migrañas y vértigo, además de la fatiga asociada a su enfermedad. "Reclamamos al Gobierno de Canarias la valoración hecha, pero la han desestimado porque no había aportado más documentos".
Asegura que esa valoración llegó tras tres años de espera, de 2022 a 2025, cuando el Gobierno de Canarias le reconoció la discapacidad en un 49% y la imposibilidad para la movilidad en transportes públicos del 29%.
Inmersos en la maraña burocrática, ahora esperan un nuevo informe del especialista para solicitar una valoración por empeoramiento, aunque teme que esa estudio vuelva a llegar de nuevo tarde.
Una vida limitada
A pesar de contar con un coche automático, adaptado a su realidad, Juan Carlos vive de forma limitada. "Muchas veces no salgo por la tarde porque sé que si voy a volver después de las 18:00 horas ya no encuentro sitio, sino en la calle de atrás, lo que supone subir el tramo de la cuesta".
Y ya no solo se trata de salir a actividades de ocio, sino también a consultas médicas: rehabilitador, logopeda, citas en hospitales. "El Ayuntamiento dirá que si me lo hacen a mi, se lo tendrían que hacer a más gente, pero solo pido que valoren el sitio donde vivo. Si fuera una zona llana, me voy parando o salgo con la silla de ruedas, o si mi edificio tuviera opción de garaje privado, lo pagaría, pero es que ni siquiera tiene ascensor, menos un garaje propio".
Mientras, Juan Carlos tiene que seguir sorteando, no solo su empinada cuesta, sino el problema para encontrar un hueco donde aparcar. Lamenta que las leyes no se adapten, como él sí tiene que hacer, a la realidad que viven los ciudadanos.
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