Las empresas automovilísticas han puesto su objetivo en la conducción autónoma. Esta es, junto a la electrificación, los dos pilares sobre los que se sustentará la industria en la próxima década.

Los expertos estiman que una implantación masiva de coches autónomos tendrá muchas ventajas para la sociedad en su conjunto: reducción de accidentes, recorte drástico de la cantidad de coches circulando en todo momento, contaminación, ampliación de espacios en las ciudades, entre otros.

La tecnología avanza de tal manera que llegará el momento en que podamos subirnos al coche, introducir nuestro destino y, cómodos y relajados, sentarnos sabiendo que alguien conducirá por nosotros. Este puede ser el futuro de la movilidad con la llegada de los coches autónomos.

¿Cuándo veremos coches autónomos?

Pues todos los fabricantes están anunciando sus vehículos autónomos para dentro de cinco años, posiblemente entre el año 2023 y 2025, pero los coches autónomos de verdad no llegarán a los concesionarios hasta dentro de una década, quizá dos.

El automóvil y las tecnologías que lo hacen moverse cambiarán más en los próximos 10 años de lo que lo han hecho en los pasados 30 años juntos. Los coches autónomos no son una tecnología futurista, sino que son como cualquier otro coche pero con características especiales que le permiten acelerar, frenar y dirigir el automóvil con una interacción limitada o sin conductor.

Los vehículos autónomos son aquellos que no necesitan de una persona para poder circular. Son capaces de imitar las capacidades humanas, adaptando la conducción a las circunstancias que le rodean, ya sean límites de velocidad, peatones en la vía, o condiciones climatológicas. De esta forma, es posible prescindir de la figura del conductor tal y como lo conocemos hoy en día. La función de éste se reduce a indicarle al vehículo la dirección a la que quiere llegar.

Niveles de coches autónomos

Hay que saber distinguir entre los dos tipos de coches autónomos que existen: conducción semi-autónoma y conducción totalmente autónoma. Los vehículos totalmente autónomos no llegarán hasta la próxima década, y son aquellos que no necesitan que el conductor haga absolutamente nada para que recorran la distancia requerida entre dos puntos determinados. Estos son los diferentes niveles

  • Nivel 0: el coche no tiene ningún sistema automatizado que le permita tomar el control, sólo puede tener sistemas que emitan alguna advertencia.
  • Nivel 1: Para tener este nivel un vehículo debe al menos contar con sistemas como la tecnología para mantenerse en el carril de forma autónoma y el control de crucero adaptativo.
  • Nivel 2 : Este nivel es más conocido como el semi-autónomo, y permite al conductor levantar las manos del volante temporalmente, ya que siempre debe permanecer alerta. El coche es capaz de guiarse sin necesidad de contar con líneas delimitadoras del carril en el asfalto.
  • Nivel 3:Con este nivel de autonomía el vehículo puede circular en lugares medianamente controlados como es el caso de las autopistas o autovías. El sistema debe activarlo el conductor expresamente y necesita que estemos atentos a la conducción y con las manos sobre el volante, una condición que comprueba constantemente el sistema autónomo.
  • Nivel 4: Gracias a este nivel el vehículo puede circular sin necesidad de supervisión alguna por parte del conductor. Esto se puede llevar a cabo cuando el vehículo cuenta con toda la información necesaria sobre el entorno y el trazado para no depender de la supervisión humana.
  • Nivel 5: Representa la máxima autonomía para el coche, y no depende para nada de un conductor humano. Puede circular por cualquier tipo de carretera o ciudad con total autonomía, gracias primero a los sistemas de seguridad que le impiden chocar con otros vehículos en base a la información de sus sensores, y segundo al posicionamiento que le permite siempre ir a un punto predeterminado del mapa de forma autónoma.

Este último será el nivel que más tardará en verse en las carreteras, ya que necesitará antes de una profunda reforma legal que permita circular a estos vehículos con todas las garantías y sin ayuda alguna del conductor. Será el máximo exponente de esa imagen que ya reposa en el imaginario colectivo del conductor que se echa una siesta mientras el vehículo le lleva a su destino.

El freno al coche autónomo no está en la tecnología, ya casi lista, sino en las legislaciones y las aseguradoras. España es uno de los pocos países del mundo en el que ya se ha aprobado la circulación de los vehículos autónomos experimentales, con una resolución aprobada en noviembre de 2015 por la DGT.

Pero, esto no significa que un coche sin conductor tenga ya el permiso para salir a nuestras carreteras. Ni a las nuestras ni a las de ningún país. Para ello aún hace falta tiempo.

La próxima década estará marcada por la automatización del automóvil y veremos cómo los vehículos autónomos tendrán un impacto muy importante en nuestra sociedad, tal y como lo hizo hace más de 100 años la cadena de montaje.

Los españoles, predispuestos a conducir un coche autónomo

Ante la llegada a medio plazo de los vehículos autónomos, Goodyear y London School of Economics and Political Science (LSE) ha llevado a cabo un estudio con el objetivo de conocer la postura de los conductores ante la llegada de los coches autónomos. En este estudio se recoge la opinión de los conductores españoles y los otros 10 países europeos participantes.

Los resultados demuestran que los españoles encuestados se sentirían cómodos conduciendo un coche autónomo: uno de cada tres españoles (el 31%) reconoce que se sentirían cómodos si ellos mismos manejasen uno de estos vehículos, siendo los segundos europeos, por detrás de los serbios, más predispuestos a ello. Además, España ocupa el cuarto lugar en el ranking de países que presentan una mayor predisposición a la hora de compartir la carretera con vehículos autónomos.

En cuanto a seguridad, los españoles se encuentran en sexta posición entre los países europeos que opinan que un vehículo autónomo es más seguro frente a uno convencional. El 42% de los españoles encuestados piensa que la mayor parte de los accidentes de tráfico se deben a un fallo humano. No obstante, el 58% está de acuerdo en que las máquinas carecen de sentido común para interactuar con los conductores, sumándose a esa inquietud que también refleja el resto de países entrevistados (60%). El 75%, además, señala que los coches autónomos deberían disponer de un avanzado sistema que garantice la seguridad y protección de los peatones.

Centrándonos en tecnología y control, los españoles, séptimos en el ranking, no se encuentran entre los europeos más preocupados por la falta de control humano en los coches autónomos. En este sentido, no conciben la sensación de falta de control, pues sólo el 14% siente la necesidad de conducir ellos mismos el vehículo. Sin embargo, el 82% de los españoles encuestados coincide en la idea de incorporar un volante a este tipo de coches, que permita controlar el vehículo en situaciones de riesgo.

¿Qué harían los españoles en un coche autónomo?

El 54% de los españoles hablaría con el resto de pasajeros en el caso de conducir un vehículo totalmente autónomo, según una encuesta que tiene como objetivo conocer la postura de los conductores ante la llegada de los coches autónomos.

La primera opción para los conductores españoles (un 54% de los encuestados) sería hablar con los acompañantes del vehículo, igual que para el 55% de los conductores de los otros 4 países del Viejo Continente que también participaron en la encuesta.

La segunda actividad por la que se inclinarían a realizar el 37% de los españoles es la de navegar por internet, seguida de enviar mensajes o hablar por el móvil (36%).

A nivel europeo, la segunda y tercera posición de los encuestados del resto de países se invierten con respecto a las preferencias de los españoles. Así, enviar mensajes o hablar por el móvil es la segunda respuesta (42%) más popular entre el resto de países participantes, seguida de navegar por internet, opción elegida por el 37% de los encuestados.

En este sentido, un 27% de los españoles encuestados dedicaría el tiempo a leer un libro y el 25% aprovecharía para revisar su correo y responder e-mails.

En cuanto a las actividades a las que menos tiempo dedicarían, los resultados de los españoles encuestados coinciden con las de los conductores de otros países europeos, en ambos casos, solo un 18% dedicaría el tiempo libre a dormir o a ver una película.

Los inconvenientes

La cantidad de ventajas que este tipo de coches ofrecen respecto a los tradicionales está muy por encima del número de inconvenientes. Y es que los coches autónomos dejan atrás los típicos errores humanos, reducen los problemas de tráfico, y desaparecen las preocupaciones por estacionamiento, entre otros muchos beneficios.

Sin embargo, y aunque se hable menos de ellos, también existe una serie de inconvenientes que dificultarán su entrada en el mercado. El primero de los problemas es el coste de este tipo de vehículos, ya que el gasto que supondría costear un coche autónomo solo permitiría a unos pocos privilegiados hacerse con él. Pero lo cierto es que lo más normal es que se vayan abaratando con el paso del tiempo y a medida que se vayan introduciendo en nuestras vidas diarias, aunque aún falte mucho para llegar a este punto.

Otro de los problemas que acarrearía el uso de vehículos autónomos, aunque cueste imaginarlo, es la contaminación. Si fuésemos en un vehículo autónomo y no encontráramos lugar para estacionar, el coche nos dejaría en nuestro destino y seguiría dando vueltas. He ahí el problema. El coche autónomo puede acabar creando más problemas de contaminación que los actuales, a no ser que se ponga mucho empeño y esfuerzo en controlar sean eléctricos o híbridos.

Por otro lado, los autónomos necesitan satélites para funcionar, por lo que la privacidad de nuestras vidas se perdería en gran medida. Y es que, con el uso de los satélites, los datos de las localizaciones de las personas podrán estar disponibles para terceras personas. Será imprescindible que las empresas que manejen estos datos traten de evitar esa posible invasión de la privacidad.