Conocida también como la 'Isla Verde' o la 'Isla Bonita', el primer reto que nos plantea una visita a La Palma es por dónde empezar a admirarla. El norte, con pueblos como Puntallana, San Andrés y Sauces, Barlovento y Garafía ofrece el encanto de poder perderse en rincones de intenso verde como el bosque de Los Tilos o el Cubo de La Galga. Por el sur, y siempre desde Santa Cruz de La Palma, transitando por Breña Alta y Breña Baja, la Villa de Mazo hasta Fuencaliente sin perdernos el volcán de Teneguía, el penúltimo que erupcionó en Canarias. Asomarnos a la cara occidental nos lleva a admirar Puerto Naos, Tazacorte y los Llanos de Aridane. Sin embargo, en esta ruta de dos etapas con final en La Gomera y al volante de la nueva generación del Toyota RAV4 Hybrid, el tiempo apremia y escogemos una ruta por el centro con un destino imprescindible: el Roque de los Muchachos.

¿Y por qué el Toyota RAV4? Sencillamente, porque no hay mejor plan que recorrer dos islas rebosantes de naturaleza al volante de un coche híbrido y aprovechar -como verán- la más mínima ocasión para husmear por las sendas de tierra con las que nos vamos a tropezar. Qué menos para un modelo que presume de ser el pionero entre los todocamino y que ahora, en su quinta generación, estrena un sistema de propulsión híbrido más potente y un diseño y unos acabados muy superiores.

Por su posición geográfica y su orografía, La Palma es un auténtico edén para los profesionales y aficionados a la astronomía. Fue la primera de las islas que componen el Archipiélago en obtener la distinción Starlight que, avalada por la UNESCO, reconoce los mejores escenarios para la observación de las estrellas gracias a la gran claridad de su cielo y a la baja contaminación lumínica. Una condición que ha quedado ratificada -y blindada por ley- al ser declarada primera Reserva Starlight del mundo y, como consecuencia de todo ello, uno de los destinos favoritos del astroturismo cuyo lugar obligado de peregrinación es el punto más alto de la isla.

Allí nos dirigimos con el RAV4 Hybrid, que al hacerse con la nueva plataforma global de Toyota se beneficia en términos dinámicos de un mejor tacto de conducción y un confort al nivel de modelos con marchamo premium. Obviamente, esta buena impresión se multiplica transitando en modo 'EV' (eléctrico), pero el cambio automático de variador continuo (CVT) hace mella en esa quietud en momentos en los que se demanda potencia al conjunto propulsor.

Exuberancia natural

Los 218 CV de la versión 4x2 vienen de perlas en esta ruta que parte de Santa Cruz de La Palma, la capital, hasta el mismo mirador del Roque de los Muchachos a 2.426 metros. Desde la LP-1 tomamos la LP-4, una de esas carreras de montaña retorcidas y bellas a partes iguales. Pronto, muy pronto, primera parada en la ermita de Nuestra Señora de Candelaria, en Mirca, una construcción que se erigió durante el Siglo XVII y fue reconstruida hace ahora cuarenta años.

Hay que esperar muy poco para que la 'Isla Verde' muestre toda su exuberancia. Dejando Los Álamos sus bosques se vuelven cada vez más frondosos gracias a la humedad que aportan el mar de nubes y los vientos alisios. Pinos, pero también laurisilvas, helechos, musgo, líquenes y multitud de especies silvestres, algunas endémicas de este territorio, cubren cada palmo de tierra hasta las mismas orillas de la carretera que no se da ni un solo respiro en su escalada hacia la cumbre. Conviene, no obstante, pararse en alguna de las múltiples oportunidades que nos ofrece el camino para mirar al cielo, respirar hondo y llenar los pulmones de un aire con un intenso olor a pino.

Una de las razones por las que las cumbres palmeras son ideales para la observación del espacio es porque las nubes quedan atrapadas a una determinada altura sobre el nivel del mar creando así una pantalla que hace de filtro para toda contaminación lumínica. A efectos de conducción, esto se convierte -literalmente- en un paseo entre las nubes hasta que esa niebla se disipa y nos deja ver un cielo con un intenso color azul.

Entrar, salir, cargar o descargar el nuevo Toyota RAV4 Hybrid es más fácil que nunca porque la nueva plataforma le ha proporcionado un interior más espacioso y un maletero enorme con 580 litros, uno de los mejores de su clase. Las plazas posteriores tienen la ventaja de que los respaldos posteriores tienen distintas posiciones para adoptar un mayor o menor ángulo de reclinado. Y ya que estamos en el interior, sólo podemos reconocer el considerable paso adelante que ha dado Toyota en cuanto a acabados. Materiales y mandos (incluido el selector del cambio de diseño convencional) pasan el examen del tacto y la vista; el equipo de sonido del especialista JBL convencen al tercer sentido en juego: el oído.

Es a partir de los dos mil metros de altitud -ya con las nubes kilómetros atrás- donde el matorral, sobre todo los tajinastes y la violeta palmera, ganan terreno en un paisaje en el que la roca volcánica empieza a emerger. El termómetro se estabiliza y la ascensión se suaviza dando la oportunidad al RAV4 Hybrid de mostrar otro de sus avances: un mayor rango de situaciones en los que poder circular en modo eléctrico y, por tanto, sin emisión contaminante alguna. Aunque Toyota ha logrado (según datos oficiales) contener su nivel de consumo medio en los 4,5 l/100 km (y por tanto unas emisiones de 105 g/km), un recorrido tan exigente nos hace estar lejos de esos valores.

Hacia el infinito

En este tramo de curvas enlazadas con suave ascenso es buen momento para poner a prueba el modo 'Sport' que trae consigo un tacto de dirección más consistente y un talante del sistema híbrido y el propio cambio que ayudan a conducir allegro ma non troppo el RAV4. Nueva parada: Monumento al Infinito, donde naturaleza y astronomía estrechan definitivamente lazos, una constante en lo que nos queda de ruta.

El primer contacto con el complejo que forma el Observatorio del Roque de los Muchachos y su red de más de una docena de telescopios es impactante. El tipo de vegetación y la amalgama de tonos que ofrece la roca volcánica en este punto de la isla, produce la sensación de haber llegado a otro planeta. Toda esta red de observatorios, con sus sofisticadas estructuras hechas para escudriñar los rincones más profundos del universo a través del límpido cielo palmero, son otro atractivo más de esta ruta que entra en su tramo final.

Ya sólo nos queda desviarnos de la LP-4 y tomar la carretera al Roque de los Muchachos. Un camino de apenas unos pocos kilómetros que nos conduce a los distintos telescopios de este complejo hasta el propio mirador que a esos más de 2.400 metros de altura nos deja sin respiración con unas vistas para las que no hay palabras. Sencillamente, hay que verlo y vivirlo, como toda la isla de La Palma. Próxima estación: La Gomera.