Existe una manera de comprobar si la gasolinera a la que sueles acudir te está echando todo el combustible que has pagado. Con el precio de la gasolina por las nubes, los conductores tratan de exprimir al máximo cada centilitro de este oro líquido. Pero no sólo lo están pasando mal los consumidores, sino también algunas de las pequeñas gasolineras independientes a las que pilló a contrapié lo de la ayuda de los 20 céntimos por litro. La necesidad de estas estaciones hace que el consumidor piense que puede estar siendo engañado.

Se trata de la prueba del matraz, comúnmente llamado ‘probeta’. Todas las estaciones de servicio deben contar con un matraz ‘aforado’, en el que echar gasolina para comprobar si el surtidor entrega lo que ha pagado el cliente.

Las gasolineras están obligadas a sacarlo cuando el cliente lo pide, sin impedimentos ni excusas. No se pueden negar y debe ser en el mismo momento en el que se solicita. No vale la excusa de que no está el encargado y que tendrá que ser al día siguiente, o que venga más tarde porque no tienen la llave de donde se guarda el recipiente. Si la estación de servicio se niega a sacar el medidor, los clientes pueden tomar medidas legales contra la empresa.

El recipiente es un matraz con un gran cuello, en el que se indica exactamente dónde están los 10 litros. Por encima y por debajo de esta marca hay cifras en porcentaje del sobrante o la falta de líquido. La prueba se realiza de forma sencilla y rápida. Casi como si el cliente estuviese repostando su propio coche.

El empleado de la gasolinera marca en el surtidor la cantidad de 10 litros, y a continuación echa el combustible en el interior del recipiente. Al finalizar el repostaje, la gasolina debe estar en la marca de los 10 litros del cuello del recipiente. Como mucho, puede haber una variación inferior o superior al 0,5%. Todo lo que esté dentro de estos márgenes será legal e indicará que la gasolinera está echando correctamente la gasolina. En caso contrario se podría poner una denuncia a la estación de servicio, que se enfrentaría a una pena muy elevada, hasta el punto de tener que cerrar si así lo considera la justicia. Pero lo cierto es que en un elevadísimo porcentaje de estas mediciones sale que la gasolinera está echando la cantidad correcta de combustible, siendo marginales los casos de estafa en el sector.

Cuando una gasolinera abre, los surtidores llegan debidamente calibrados y precintados para que no puedan ser manipulados. La única manera de modificarlos para echar menos gasolina sería desprecintarlo y volverlos a precintar posteriormente, con el riesgo que eso supone para las inspecciones periódicas a las que someten a las estaciones de servicio.