No murió en un accidente de tráfico, a Ana la mató un conductor que triplicaba la tasa de alcohol. Es la queja de las víctimas silenciosas. Familias destrozadas tras un siniestro evitable. Porque sin antecedentes ni reincidencia, el conductor que arrolló a su hija, a su mujer o a su hermana es más que probable que evite la cárcel. La condena máxima son 4 años, pero en la mayoría de los casos se evita la cárcel. La reforma del Código Penal va a endurecer las condenas, hasta los 9 años de prisión, pero con matices, es decir, sólo en siniestros con más de un fallecido. En el resto, mayoritarios, como en el caso de Ana, las penas no van a aumentar. Además, matar a una sola persona borracho o drogado tampoco supondrá mayor castigo.