Tras 42 semanas y 3 días de embarazo, una gestante en Oviedo decidió parir en casa pese a querer el médico inducirle el parto por los riesgos que conllevaba: riesgo de muerte fetal intrauterina. Pero la embarazada seguía empeñada en tener un parto natural en su casa. Al final, un juez ordenó el ingreso de la madre en un hospital. Al llegar la policía a su casa, abrió una matrona particular que ya controlaba los latidos del feto. Convencieron al reacio marido y se llevaron a la mujer a un hospital donde está de parto. El caso ha provocado las protestas del colectivo que defiende los partos naturales.