Cuando suene el himno de Irán y las cámaras se detengan en el último hombre, el capitán, los aficionados españoles, y en especial los grancanarios, encontrarán a un rostro conocido. Pero para llegar hasta ahí, para portar el brazalete de todo un país que se enfrenta a España (19.00 horas), con opciones de clasificarse para octavos de final tras ganar en el debut a Marruecos, Masoud Shojaei (Shiraz, 1984) ha superado un auténtico calvario. El exmediapunta de la UD Las Palmas y Osasuna ha vivido una temporada repleta de contrastes con un capítulo que le hizo ser protagonista muy a su pesar. Propenso a esquivar los focos, algo tan intrascendente como un sorteo de la previa de la Europa League le situó en el ojo del huracán. No le quedó más remedio que jugar contra un equipo israelí, algo prohibido por el regimén de Irán ya que consideran que supone reconocer un Estado enemigo, por lo que fue expulsado de la selección durante siete partidos.

Empezó este curso en el Panionios griego, que tras superar la segunda ronda se topaba en la tercera con el Maccabi Tel Aviv. No disputó la ida en el país hebreo, donde su equipo cayó 1-0, pero en la vuelta su club, que se disputaba la temporada en pleno mes de agosto, le apretó. "Te hemos fichado para jugar estos partidos", le aseguraron, además de transmitirle que podían denunciarle a la UEFA por incumplimiento de contrato. Y si se negaba a jugar aduciendo razones políticas el organismo continental también podía sancionarle con un mínimo de un año sin competir.

Después de que el Panionios le respetara su decisión de no jugar en la ida, que fue en Israel, para la vuelta se vio en un dilema. Masoud, como su compañero Ehsan Hajsafi, consultó a la Federación pero no encontró respuesta. De todas formas, sabía cuál se iba a encontrar ya que en 38 años ningún deportista iraní había competido contra deportistas israelíes producto de la guerra diplomática entre ambos. Él fue el primero. "La noche anterior al partido me la pasé haciendo llamadas, y en la mañana madrugué para encontrar alguien de la federación iraní que hable con el club y busque una solución. De la federación nadie me contestó", explicó el mediapunta en declaraciones a 'El País'.

Ante este panorama no le quedó otro remedio que jugar el partido, en el que además no pudo evitar la eliminación de su equipo. Ocurrió el 3 de agosto del 2017, una fecha imborrable en la memoria de Masoud. A partir de ahí, la pesadilla. El ministro de Deportes, Mohammed Reza Davarzani, fue el primero en condenar la acción de ambos de manera pública y el régimen prohibió que Carlos Queiroz le volviera a convocar. "Masoud Shojaei y Ehsan Hajisafi nunca más serán invitados a unirse a la selección nacional. Traspasaron la línea roja", aseguró. En esa situación de bloqueo se encontraba cuando regresó en el mercado de invierno a Gran Canaria para mantenerse en forma entrenando con la UD Las Palmas. Había terminado su contrato con el Panionios y estaba a la esperaba de firmar por un nuevo equipo, algo que hizo con el AEK de Atenas de Manolo Jiménez.

Hajisafi pidió perdón en sus redes sociales pero Masoud, aunque ardía en deseos de volver a jugar con su selección, consideró que no debía disculparse. "Yo tenía un contrato profesional con el Panionios. Llevo 12 años jugando fuera de mi país y 13 en la selección y nunca he querido hacer show. Sería un honor ponerme otra vez la camiseta de Irán", añadió en dicho medio.

Mientras se sucedían los amistosos, pues ya habían conseguido la clasificación para el Mundial cuando estalló el escándalo, Carlos Queiroz intentaba arreglar el problema con toda la diplomacia posible. La postura del sector más radical del régimen iraní no ayudaba. Fue el portugués la clave para que Masoud regresara a la selección. Y puede que también su gran rendimiento en el AEK de Atenas de la mano de Jiménez terminara de convencer a los más opositores.

El 23 de marzo, después de perderse hasta siete partidos por motivos políticos, Masoud se puso de nuevo la camiseta de Irán. Y lo hizo con el brazalete, toda una declaración de intenciones del portugués. El mediapunta no solo regresaba a la selección tras ganar el pulso sino que además lo hacía como capitán. Antes del castigo ya se lo había puesto en una ocasión, pero esa cita inauguró una nueva etapa en el combinado asiático. Masoud se ponía el traje de líder, el traje de líder silencioso.

En esas llegó el Mundial, una competición a la que Irán ha aterrizado en un gran momento de forma y en condiciones de dar un susto a cualquiera. Incluido a España. Y lo hará con Masoud con el brazalete, tal y como hizo en el debut frente a Marruecos, cuando ganaron por 1-0. Su clase es fundamental en el centro del campo de Queiroz. Tanto que desafió al régimen para mantenerle sobre el césped.