Cuando Francia salga a jugar el próximo partido y sobre el gallo galo, símbolo de la nación, se vea otra estrella, poco importará cómo y con qué mañas se ganó el derecho de lucir ese galardón. En el Mundial de lo práctico, de lo físico y de lo táctico, ganó el equipo que mejor supo adaptarse a las reglas del juego. Y aunque el asunto le duela a aquellos que han echaron de menos algo más de balón, algo más estético, en el fútbol que se impuso en Rusia, Francia lo bordó.

La selección gala, pragmática toda ella de principio a fin, se impuso con rotundidad y firmeza en el Estadio Luzhniki de Moscú para coronarse en la Copa del Mundo de Rusia. Agarrados a su firmeza, convencidos plenamente en ejecutar su plan, el equipo de Didier Deschamps superó al orgullo y el arrojo de Croacia (4-2) para volver a ganarse la gloria 20 años después de conquistar su primer cetro mundial.

Lo hizo fácil, dominando el ímpetu croata que dominó la primera hora de juego, matando en los espacios a una selección que ya tiene un hueco en la historia del fútbol mundial. Porque aunque no ganó, el combinado balcánico se ganó el respeto y la pleitesía en su propio país y en el resto del mundo. Una simpatía ganada con el balón y con una dupla en la medular que levantó alguno de los aplausos más cerrados en un Mundial sin demasiado entusiasmo: Luka Modric e Ivan Rakitic. Eso de que del subcampeón no se acuerda nadie, con equipos como Croacia no vale.

Como también está por definir cuál será el techo de esta selección francesa, que tiene prácticamente todo para intentar hacer de esta generación un equipo ganador. Deschamps se permitió el lujo de dejar en casa a hombres como Anthony Martial o Adrien Rabiot y ni lo notó -qué decir del denostado Karim Benzema-. Avisaron en su país hace dos años, donde solo un gol de Portugal en la prórroga le privó de levantar la Eurocopa en el Stade de France en Saint Dennis, pero en Rusia no perdieron la oportunidad. Antoine Griezmann (27), Raphaël Varane (25), Paul Pogba (25), N'Golo Kanté (27), Lucas Hernández (22), Samuel Umtiti (24) y, sobre todo, Kylian Mbappé (19), dan motivos para que Francia pueda pensar en extender su reinado por algún tiempo más.

Y eso que Croacia agitó la final en su inicio. Llegaba más y mejor, con Ivan Perisic -le sienta mejor la camiseta de su selección que la de sus clubes- mordiéndole la oreja a Pavard. Por su lado llegaba el peligro, con su zancada y su descaro. Iba justa Croacia, martirizada por tres prórrogas antes de plantarse en la final del torneo, sin el oxígeno necesario para soportar el rigor francés. Pero parece que en los Balcanes no entienden mucho de eso: el corazón les mueve. Pisaron campo contrario, intentaron presionar la salida de Francia y se hicieron con el balón en busca de abrir el marcador.

Pero lo práctico, más que intentarlo, es hacerlo. A Francia no le hizo falta nada para ponerse por delante. Porque fue de la misma nada de donde sacó una falta -valga la redundancia de las dos últimas frases- para marcar su primer gol. Una discutible falta dio origen a un balón colgado que Mario Mandzukic, el héroe croata que metió un gol cojo en las semifinales, peinó hacia su portería. Así de simple.

Que Croacia no se iba a rendir fácil era una obviedad. Encontró el premio del empate con Ivan Perisic. El extremo del Inter recogió un rechace en el área, se lo colocó para su pie izquierdo y reventó la portería. Enseñó su cuádricipes en la repetición y lo señaló con la mano. Una mano que firmó la condena de Croacia solo unos minutos después.

No vio el árbitro Néstor Pitana como un centro lateral impactó en la mano de Perisic. Tuvo que acudir al VAR y las repeticiones condenaron a Croacia. Si en cuestión de juego puro la plasticidad del Mundial fue más bien plano, la revolución en Rusia fue el VAR. El fútbol de los Mundiales, siempre campo experimental a lo largo de su historia para los cambios drásticos -desde las sustituciones a las tarjetas-, dejó un capítulo en Rusia al que habrá que acostumbrarse. No falló Griezmann cuando encaró el punto de penalti aunque delante tuviese a Subasic, verdugo de rusos y daneses.

El rigor del talento

Francia, con lo mínimo en ataque, estaba por delante. El mérito de Deschamps para ordenar sus líneas y convencer al grupo para acumular kilómetros y dejar paso a la pizarra por encima del verso libre también tiene su mérito. Sobre todo cuando se acumula tanto talento en hombres como Pogba, Mbappé o Griezmann, aunque este viene con ese trabajo adelantado del Atlético.

Siguió Croacia con su cantinela, la de intentar jugar, la de proponer, la de entregarse a Luka Modric, elegido al término del partido como mejor jugador del Mundial 2018. Pero al '10' del Real Madrid le faltó la frescura de otros días. No solo a él sino también al resto de hombres que tenía a su alrededor. Sin aire, Croacia se partió.

Con Mbappé en libertad, Francia empezó a conducir hasta su segundo Mundial. Primero, el delantero del PSG se lanzó a comerle la espalda a Vida. Casi lo destroza con su potencia, pero Subasic salvó los muebles. No pudo hacerlo cuando, antes de la hora de juego, Francia encaminó su nueva estrella. Como el talento siempre reluce, Pogba soltó un latigazo en campo propio para liberar a Mbappé. El delantero, pegado a la derecha, se lanzó a por el balón, tiró de piernas y originó una jugada cuyos múltiples rechaces acabaron en los pies del que inició el contragolpe letal: Paul Pogba. A la segunda, el jugador del Manchester United fulminó el sueño croata: 3-1.

Mbappé estaba con ganas y Croacia entregada al ataque. Acumuló Zlatko Dalic más hombres delante y los huecos empezaron a ser demasiados. Los 19 años de Mbappé, los mismos que aquellos que lanzaron a Pelé a la fama en la edición de 1958, arrancaron el cuarto gol. Los registros del futbolista de Bondy van más allá de su potencia y su músculo. Un golpeo seco desde la frontal puso el cuarto gol para los galos. Sus destellos durante este mes han sido algunos de los mejores ratos que ha dejado Rusia 2018.

El Mundial parecía acabado ya, pero Hugo Lloris quiso darle algo de emoción. La lió delante de Mandzukic, quiso jugar de líbero y el balón acabó dentro de su red. Pero el drama para él quedó allí. Porque cuando se acabó el tiempo, él levantó la Copa del Mundo, la segunda de la que Francia puede presumir -algo solo al alcance de Brasil (5), Alemania (4), Italia (4), Argentina (2) y Uruguay (2). El título se lo quedó un grande, pero el escenario parece que quiere cambiar. El título se fue para Francia y el honor eterno para Croacia en el último día de Mundial. Adiós, hasta dentro de cuatro años.