La mayoría de campeonatos de la Copa del Mundo han dejado para el recuerdo partidos épicos y protagonistas que pasaron a la historia por sus goles y jugadas. Pero en el caso del Mundial de Chile ‘62, si miramos más allá de las luces de los vencedores y de las estrellas del torneo, encontramos la figura de Eduard Isaakovich Dubinski, el lateral soviético que acabaría siendo considerado una especie de mártir de aquel campeonato al asociarse históricamente su fallecimiento con una patada recibida durante un partido.

Dubinski, nacido en 1935 en la localidad de Járkov, en la Ucrania soviética, era un defensor eficaz, expeditivo y ágil que no tardó en ir subiendo escalones desde su primer equipo, el Lokomotiv de Jarkov hasta llegar al poderoso CSKA de Moscú, el equipo del Ejército Rojo. Allí jugó siete temporadas, se convirtió en capitán y fue uno de los pilares del conjunto. El seleccionador Kachalin lo sumó a un plantel de jugadores que se había proclamado campeón de la primera edición de la Eurocopa en 1960 incluyéndolo en la lista de seleccionados para acudir al Mundial de Chile.

En el segundo día de competición, la URSS se enfrentaba a Yugoslavia el 31 de mayo de ese año en el estadio Carlos Dittborn, en Arica, una pequeña ciudad situada al norte de Chile. Entre ambos equipos había una rivalidad que iba más allá de los deportivo, arrastrada de las décadas anteriores por el conflicto que protagonizaron Stalin y Tito. Además, estaba reciente el triunfo de los soviéticos en la final Eurocopa de 1960, precisamente ante los yugoslavos y estos llegaban a la cita con sed de revancha.

Tras una primera parte sin goles, en la reanudación, apenas transcurridos seis minutos de juego, Dubinski despejó un balón junto a la banda. Sin ninguna posibilidad de llegar al esférico, el delantero yugoslavo Muhamed Mujic entró con una dureza extrema al soviético rompiéndole la tibia y el peroné de la pierna derecha. Insólito fue el hecho de que la acción pasara inadvertida para el árbitro, que desorientado, no acertó ni a señalar falta. La gravedad de la patada, sin embargo, quedó clara para los propios compañeros del yugoslavo, quienes lo sacaron del campo, conscientes de la brutalidad con que se había empleado, a la vez que contemplaban a Dubinski retorcerse de dolor sobre el terreno de juego. Aquel fue el último partido internacional para Mujic. Nunca más volvería a vestir la camiseta de su selección.

Dubinski lo sacaron en camilla del césped y tuvo que ser operado de urgencia en un modesto hospital de Arica. Tardó algo más de doce meses en volver a los terrenos de juego, pero nunca volvió a ser el mismo. Unos años más tarde, los médicos le diagnosticaron un sarcoma (un tipo de cáncer que se inicia en ciertas partes del cuerpo, como los huesos o los músculos) en la pierna de la lesión. Tras varias operaciones, los galenos llegaron a una dramática decisión: había que amputársela. No acabó ahí el vía crucis para Dubinski: las complicaciones derivadas de una infección le provocarían la muerte cuanto contaba con solo 34 años. Aquel 11 de mayo de 1969, en Moscú, los más allegados lloraron la pérdida del aguerrido lateral derecho que no pudo acompañar más partidos a la leyenda Yashin en la zaga soviética. Más tarde, se unirían al lamento miles de aficionados soviéticos.

Siempre se ha considerado que el fallecimiento de Dubinski se debió a una mala curación de su pierna derecha. La escalofriante entrada del yugoslavo Mujic ha sido definida de forma repetida como “Lapatada de la muerte”, pero lo cierto es que no existen evidencias médicas que establezcan una conexión entre una fractura y un sarcoma. Mujic fallecería en Mostar (Bosnia) en 2016 sin que se le hubiera exonerado del fatal desenlace del defensor soviético.