Mundial de Qatar

Francia elogia la segunda línea de una selección multicultural

Los 'bleus' terminaron el encuentro con diez futbolistas con raíces africanas, un reflejo del potencial de las 'banlieues' | La prensa francesa ensalza a Kolo Muani como la “revelación” de la final

Emmanuel Macron abraza a Kylian Mbappé.

Emmanuel Macron abraza a Kylian Mbappé.

Enric Bonet

Dos nombres sobresalen este lunes en la prensa francesa tras la resaca de la épica final Argentina-Francia (3-3, con victoria albiceleste en los penaltis). Por un lado, el más que previsible de Kylian Mbappé, el “rey sin corona” según titula el diario 'L’Équipe' y que terminó como el pichichi del Mundial de Qatar. Por el otro, el (casi) héroe inesperado para los franceses: Kolo Muani. El delantero del Eintracht de Fráncfort encarnó esta segunda línea que con su coraje y fuerza física ayudó a los bleus a regresar al partido, que los argentinos dominaron con claridad durante prácticamente los primeros 80 minutos. 

“Quizás Qatar no lo elevó hasta la cima del mundo, pero Kolo Muani se reveló a lo largo de la competición como el invitado sorpresa de la selección francesa. La revelación”, asegura el diario 'Le Parisien' sobre el atacante, de 24 años, que entró en el último momento en la lista de Didier Deschamps para sustituir al lesionado Christopher Nkunku. Tras unos buenos minutos en la segunda parte contra Marruecos, Kolo Muani entró junto con Marcus Thuram en el 41’ para “agitar el cocotero” ante el baño táctico que Scaloni le estaba dando a Deschamps. Olivier Giroud y Ousmane Dembélé fueron los sacrificados, reemplazados antes del descanso.

La revuelta de la segunda línea

Esos cambios apenas mejoraron durante media hora a unos 'bleus' que pecaron por su falta de fútbol colectivo, a pesar de disponer de uno de los mejores planteles del torneo. Pero en el 78’ en una jugada sin aparente peligro, Kolo Muani se adelantó a Otamendi y forzó el penalti del 2-1. El encuentro entró entonces en el terreno de la locura. Y el delantero del Eintracht tuvo en sus pies la posibilidad de convertirse en el héroe de su país, pero el Dibu Martínez le paró su disparo en el último minuto de la prórroga. “Un montón de emociones debieron pasar por su mente en ese momento. (…) Hay acciones que obcecan a uno, que lo marcan de por vida”, escriben en las páginas de 'Le Parisien'.

El buen rendimiento de Kolo Muani simbolizó la revuelta de los Marcus Thuram, Camavinga, Coman, Konaté o Fofana. Con su velocidad e intensidad, además de la pegada descomunal de Mbappé, la segunda línea gala ayudó a mantener a flote un equipo inferior en el plano táctico. Deschamps hizo hasta siete cambios y los suplentes estuvieron a un buen nivel. Eso demostró una de las constantes de Francia durante este Mundial: ante cada baja por lesión, disponía de una alternativa interesante.

“En Francia, hay un gran vivero de futbolistas talentosos y de entrenadores de base en los barrios populares”, explica a El Periódico, del grupo Prensa Ibérica, Yves Gergaud, el responsable de ojeadores del París FC (segundo club de la capital francesa) y que fue el descubridor en su momento de Coman, Kimpembe o Ferland Mendy.

El conjunto de Deschamps acabó el partido con hasta nueve jugadores con raíces africanas, además de Thuram que es oriundo de Guadalupe, en las Antillas. Todos ellos, eso sí, nacidos en Francia, con la excepción de Camavinga, que lo hizo en Angola, y del mismo Thuram, que nació en Italia, donde jugaba entonces su padre. Sin duda, fue un reflejo del carácter multicultural de los 'bleus', cuyo futuro parece garantizado gracias a la inmensa cantera en que se han convertido las 'banlieues'. 

Una selección multicultural

“Como ya sucedió con los equipos campeones en 1998 y 2018, esta selección francesa estaba formada por un gran número de futbolistas procedentes de los barrios populares o de las segundas o terceras generaciones de la inmigración”, destaca William Gasparini, profesor en la Universidad de Estrasburgo. Según este sociólogo del deporte, “tanto en el fútbol como en la música rap, suele haber una gran representación de estos sectores de la población francesa, mientras que en otras actividades, como la política, hay como un techo de cristal que dificulta su integración”. 

La selección subcampeona muestra la conveniencia de integrar y potenciar todos los talentos. Representa un zasca para los discursos racistas y xenófobos. “En una Francia que algunos reaccionarios describen al borde de la guerra civil, la cohesión de 22 franceses de todos los horizontes es posible y resulta natural”, destaca el columnista Thomas Legrand en el diario progresista 'Libération'. Este equipo también refleja la Francia 'black-blanc-beur' (negro-blanco-árabe), el eslogan ideado en 1998 para presumir de una nación victoriosa gracias a su multiculturalidad. Mientras hace dos décadas ese lema generaba cierto consenso y la ilusión de la unión en el reconocimiento de la diversidad, el país vecino sufre ahora la penetración creciente de las ideas de ultraderecha. Y está mucho más dividido respecto al debate identitario.

Hasta el punto de que varios internacionales, como Dembélé, Coman o Tchouaméni, recibieron en las últimas horas numerosos insultos racistas en las redes sociales. Algo parecido ya había sucedido el año pasado con Mbappé, cuando falló un penalti decisivo en la Eurocopa. Una demostración de que ni siquiera el buen rendimiento deportivo aplaca el odio del racismo.

Suscríbete para seguir leyendo