La isla portuguesa de São Jorge ya está preparada ante una posible evacuación de la mitad occidental si se produce una erupción volcánica. El Gobierno de Azores anunció hoy que ampliará el número de conexiones aéreas con el resto del Archipiélago ante la demanda de parte de los vecinos, que ya están abandonando sus viviendas debido a la proximidad del enjambre de seísmos que desde el pasado sábado ha generado más de 2.000 temblores.

Los científicos ya consideran que la posibilidad de que se produzca una erupción es «real». El Centro de Información y Vigilancia Sismovolcánica de las Islas Azores (Civisa) elevó ayer la alerta sísmica a 4 en una escala de 5 y el Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera (IPMA) explicó en un comunicado que «el origen de esta sismicidad puede estar relacionado con el ascenso de magma en un dique magmático, fenómeno que provoca la fragmentación de las rocas en profundidad, lo que se traduce en la liberación de energía elástica en forma de sismos». 

Los terremotos se concentran en la mitad occidental de una isla con forma alargada, que tiene 54 kilómetros de ancho por 8 de alto. El epicentro se sitúa en torno a Velas, su capital, y al pequeño aeropuerto de São Jorge, que cuenta con uno o dos vuelos diarios con las vecinas isla de Terceira y São Miguel. El presidente del Gobierno de Azores, José Manuel Bolieiro, anunció que se aumentarán las conexiones aéreas -ayer ya hubo tres vuelos- para quienes quieran salir de la Isla y que en caso de novedades se informará a la población por la radio, las redes sociales y el sonar de las campanas de las iglesias.

Parte de la población de Velas (5.000 habitantes) ha decidido desplazarse hacia un sitio que consideran seguro. Los enfermos y personas con movilidad reducida han sido trasladados hasta el vecino municipio de Calheta, el segundo pueblo en importancia de Sao Jorge con 3.000 habitantes. Su alcalde, Décio Pereira, señaló al periódico portugués Público que han movilizado «todos los medios» para colaborar «con un escenario más trágico». «Sabemos que mucha gente del municipio vecino ya se ha mudado a casas de amigos, familiares y conocidos por si pasa algo», agregó Pereira, que describió una imagen muy similar a la que ocurrió en La Palma en septiembre y octubre del año pasado con la erupción deCumbre Vieja.