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Juan Palop

"No hay un caso en la Isla que necesite tanto la participación como el de Santa Brígida"

"La solución para el 'mamotreto' va a necesitar un proceso de participación ciudadana", afirma

"No hay un caso en la Isla que necesite tanto la participación como el de Santa Brígida"

¿Qué solución plantea para el 'mamotreto'?

La solución es reconocer que es un caso, uno más, de urbanismo en Canarias que va a necesitar el diseño de un proceso de participación ciudadana para que no solo se recupere ese espacio sino que se colonice, se diseñe y se definan sus funcionalidades. Y eso es lo que planteamos en el seminario. Apareció esa oportunidad y nos pareció más oportuno utilizar un caso concreto y ayudar a definir cuáles deberían ser las metodologías de trabajo.

Dentro de ese programa de participación ciudadana, ¿cuáles son las claves para la recuperación de ese espacio?

Lo importante ahora mismo de ese espacio no es qué vas a hacer, que es lo que plantea siempre el urbanismo tradicional, sino cómo vamos a definir ese espacio. La participación pone énfasis en el cómo, en un proceso de trabajo en el que se implique a vecinos, a empresas y a distintas concejalías del Ayuntamiento, a colectivos... lo que es una comunidad contribuyendo para diseñar su espacio vital.

¿Por qué está creciendo la importancia que le está dando el urbanismo a la participación ciudadana en los últimos años?

Hay una mayor sensibilidad porque todos sabemos que el contexto de complejidad social y económica en el que nos movemos hace poco eficiente este urbanismo más lineal y autárquico que deja la participación para cuando ya ha hecho el documento. La participación es más una información, de hecho se llama información pública, que es el marco jurídico en el que nos movemos. Es esa información pública la que se está repensando porque ya no es eficiente a la hora de incorporar la gran cantidad y complejidad de información que hay entorno a un plan urbanístico. Por un lado existe esa sensibilidad pero por otro tampoco la hemos incorporado de manera formal y reglada. Hay un diagnóstico generalizado de que algo hay que hacer pero no está reglado cuándo tienen que aparecer estos procesos.

¿Puede dar un ejemplo reciente en el que haya influido la participación ciudadana más allá de en el período de exposición pública?

Le doy un ejemplo de lo contrario. Casi todos estamos de acuerdo en que mucho de los conflictos que tenemos hoy en día en Gran Canaria, como el muelle de Agaete, el traslado de Las Rehoyas o el proyecto del Guiniguada.. todos esos conflictos en el fondo, sin ser el último origen, están carentes de incorporar en tiempo y forma la participación ciudadana. No digo que la participación sea la panacea pero sí es una condición indispensable aunque algunas veces no sea suficiente.

¿Este movimiento viene porque se ha urbanizado a espaldas de la ciudadanía?

Básicamente es que esa ciudadanía se pensaba que con el proceso de información pública era suficiente. No es que se haya urbanizado a espaldas de la ciudadanía, es que ha cambiado nuestro nivel de exigencia y de necesidad. Lo que teníamos hasta ahora no resultaba ni eficiente ni útil en el nuevo contexto de incorporar las demandas, necesidad y expectativas de determinados colectivos. O lo que se viene a llamar el conocimiento situado de los vecinos. Tienen un conocimiento que probablemente el planificador desconozca. No podemos prescindir de ese conocimiento situado.

Regresando al 'mamotreto'. A priori hay dos opciones, la demolición o el aprovechamiento de lo que hay construido. ¿Cuáles son los pros y los contras de cada una de ellas?

Es que no partimos de dos escenarios, partimos de diseñar un proceso en el que esas alternativas que plantea se pongan sobre la mesa y pueden ser debatidas y analizadas desde el punto de vista técnico del experto pero también de los vecinos. Lo que hemos hecho es hablar de participación y urbanismo y no hablar del qué sino del cómo. Hemos intentado alumbrar algunas líneas de trabajo.

En resumen, el taller se ha organizado para recoger ideas y canalizarlas.

Hemos ido a echar una mano al Ayuntamiento para que empiecen a definir cómo quieren tratar este tema y con qué metodología, avanzarles posibles problemáticas. El resultado es mejor si lo hacemos entre todos. En el Instituto profesionalmente estamos viendo que el asunto de la participación empieza a ser urgente y tratamos de acelerar estos conceptos y metodologías ligados al urbanismo sostenible.

¿Qué gana el urbanismo con la participación ciudadana?

Gana dos cosas. Primero legitimación y eficiencia. Desde el primer día tienes a todos los agentes, los vecinales, las empresas e instituciones trabajando y consensuando las líneas de trabajo. Sobre todo eficiencia.

¿Se ha terminado la cultura del pelotazo en Canarias?

Ahora no toca el debate de pelotazo sí o pelotazo no. En estos momentos el urbanismo es una cosa de todos y no de una administración y de unos inversores. Hay más agentes, incluido esos dos. Pero hoy en día hay muchos más agentes en la toma de decisiones. Y probablemente algunos de los excesos no se habrían cometido si hubiéramos dado juego a más agentes y sensibilidades.

Volviendo a Santa Brígida, ¿qué opciones permite el Plan General de Ordenación aprobado recientemente?

Ese es uno de los temas que puede limitar lo que se puede y no se puede hacer. Si queremos hacer un proceso de participación serio y rigurosa tendrá desde el primer momento que definir lo que se puede y no se puede hacer por ejemplo en el marco del nuevo Plan General, que todos aprendamos que un proceso de participación no es un 'qué hay de lo mío' sino un proceso colectivo de diseño. No todo es posible.

¿El Ayuntamiento de Santa Brígida o el Cabildo les ha trasladado algún plazo?

No, de hecho nuestra única implicación en estos momentos es que la dirección de participación del Cabildo nos sugirió que usáramos el caso de Santa Brígida y nos pareció oportuno aprovechar que tenemos tres expertos para que en el tiempo del seminario pudieran asesorar al Ayuntamiento. No tenemos ningún tipo de obligación, ni nosotros con ellos ni ellos con nosotros, más allá de haber aprovechado el seminario para estudiar su caso. No vamos a dar soluciones, vamos a sugerir metodologías de trabajo. Pero un laboratorio ciudadano no es cosa de una tarde sino de muchos meses, pero las cosas hay que empezarlas.

Con un plazo de ejecución de 20 meses, el 'mamotreto' está inacabado casi dos décadas después. ¿Conoce algún caso igual en Canarias?

No recuerdo ahora un caso pero todos conocemos ciudades que tienen proyectos inacabados o parados por contestación social. Hay que hacer del problema una virtud y aprovechar la coyuntura para empezar a reajustar nuestra manera de hacer urbanismo y desbloquear estos proyectos con la participación. Por un lado son un problema y por otro una oportunidad. Aunque probablemente haya pocos casos que estén cargados de tanta problemática en un espacio con tantas oportunidades. Es uno de los casos más interesantes y que más necesitan este tipo de ejercicios. Probablemente no hubiéramos encontrado uno mejor en Gran Canaria.

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