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Crisis del coronavirus Intervención militar en el aeropuerto

Lejía al 18% para desinfectar Gando

Efectivos de la UME limpian las miles de bandejas donde los pasajeros depositan sus cosas antes de pasar el control - Siguen las colas de turistas sin la debida separación

Coronavirus en Canarias | La UME desinfecta el Aeropuerto de Gran Canaria

Coronavirus en Canarias | La UME desinfecta el Aeropuerto de Gran Canaria

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Coronavirus en Canarias | La UME desinfecta el Aeropuerto de Gran Canaria Pablo Fuentes

La que tiene la mayoría de ustedes en sus casas está a un tres o un cuatro por ciento de pureza, según la marca, y ya es potente. Pero la que utilizan los efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) para desinfectar los aeropuertos, puertos y establecimientos hospitalarios, sobre todo, para espantar al coronavirus es seis veces más poderosa. "Lo que utilizamos es una fórmula industrial de la que surge básicamente una lejía superconcentrada que está a un 18%. Por eso su uso requiere de trajes especiales".

Habla Reinaldo Estévez, cabo mayor de la UME y portavoz del cuerpo. Entre otras instalaciones como las estaciones de guagua o las paradas por las que pasa un buen número de personas a lo largo del día, también limpian Gando. Ayer fue el segundo día que pasaban por allí. El miércoles fue el turno de los filtros -controles de seguridad- y ayer de las "miles y miles" -aseguran varios trabajadores- de bandejas de plástico en las que los pasajeros depositan sus pertenencias.

Llegaron al aeropuerto con puntualidad militar, a las 16.00 horas. Eran cuatro efectivos de la UME acompañados por otros tantos de la policía naval del Ejército. Entraron con mucha determinación, con la seguridad del que sabe lo que tiene que hacer, sin perder un segundo. Guiados por un miembro de la Guardia Civil accedieron a una zona prohibida para el resto para cambiarse y ponerse los trajes antes de empezar el trabajo.

Aparecieron minutos después como si estuvieran sacados de Chernóbil, cubiertos por completo con una especie de mono de un material parecido al plástico, unas gafas protectoras similares a las que se utilizan para bucear y mascarillas. Sólo les quedaba al aire libre un poco de frente, porque la capucha se les resbalaba hacia atrás, y un trozo de los dos pómulos.

Sin parar

La misión era clara: desinfectar uno a uno los miles de recipientes que tantos relojes, móviles, carteras, cinturones, portátiles o maletas sostuvieron mientras la gente pasaba el control de metales. Comenzaron por el que se sitúa en los embarques nacionales e internacionales, más o menos entre la terminal antigua y la nueva. Los cuatro, como si fueran máquinas, pasaban de mesa en mesa y de bandeja en bandeja a una velocidad de vértigo, sin detenerse.

Compartían la especie de garrafa que contenía la lejía potente y limpiaban con esmero con servilletas que obtenían de un rollo de papel gigante. Uno de ellos, incluso, aprovechó para rociar un banco con cinco asientos que se encuentra en la zona -su uso, en un lugar de tránsito como ese, es cuento menos cuestionable-.

Sólo 34 minutos después todas las bandejas de tres de las siete mesas ya están desinfectadas. Si el Covid-19 vivía en alguna de ellas, ya estaba fulminado. Entonces, los cuatro efectivos de la UME y los otros cuatro de la policía naval militar se trasladaron al otro extremo para abordar las bandejas de las otras cuatro mesas que faltaban. Se cerraron los controles seis y siete y se abrió el dos, ya completamente limpio. Quedaba ya menos gente por embarcar. Hoy tendrán otra tarea, probablemente la de aplicar el producto en las zonas de espera antes de embarcar.

Mientras, el aeropuerto de Gran Canaria cumplía su segundo día desde que se aplicara las restricciones de vuelos. Se parecía mucho al día anterior -jueves-, cuando la terminal de salidas internacionales, llena de turistas que formaban largas juntos como si España no estuviera en un estado de alarma, contrastaba por completo con la de llegadas, que parecía un desierto.

El aviso por la megafonía de la instalación era el mismo que el que había sonado durante toda la semana: "Debido a circunstancias excepcionales, mantenga la distancia de seguridad de un metro". También sonaba en inglés, sin embargo, pocos lo cumplían. "Es que tampoco puedes separarlos más, porque si no, tendríamos que dar varias vueltas al aeropuerto. Quizá no están respetando el metro, pero algo sí. Lo único que podemos hacer es advertir, advertir y advertir", comenta el jefe de grupo de Protección Civil.

El procedimiento era el mismo: aterrizaban aviones vacíos para llevarse a los turistas de vuelta a casa, la mayoría de ellos con sus vacaciones a cuestas, decepcionados por tener que marcharse antes de tiempo y con la resignación del que no puede hacer nada, y llegaban cargados únicamente los seis vuelos permitidos desde la Península -dos desde Madrid y Barcelona, y uno desde Sevilla y Bilbao-, y los 12 desde el resto de islas.

Sin coste

A la contribución para la marcha de los miles de guiris que todavía permanecen en el Archipiélago se sumó ayer una nueva medida del Cabildo de Canaria, mediante la que ofrece transporte gratuito para todos aquellos que soliciten el traslado desde su alojamiento turístico hasta el aeropuerto para volver a casa.

Las consejerías de Turismo y Transporte, a través de la Autoridad única del Transporte, se pusieron de acuerdo para facilitar el acceso de los turistas a Gando. Hasta ahora, una medida temporal que prohibía el pago directo a bordo y sólo permitía el abono a través de tarjetas sin contacto lo complicaba.

Lo cierto es que cada vez quedan menos y poco a poco Gran Canaria quedará vacía de turismo. Aterrizará todavía alguna persona que regrese a su lugar de residencia, que venga a trabajar o lo haga para cuidar a un familiar enfermo -hay ocho supuestos previstos en la norma-, pero se irán más de los que llegan. Y Gando estará cada vez más limpio gracias a la lejía al 18%.

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