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CRISIS DEL CORONAVIRUS Violencia machista durante la pandemia

Encerradas con sus explotadores

La pandemia deja en la indefensión a cientos de prostitutas confinadas en pisos y clubes

Coronavirus en Canarias | Molino de Viento cierra por el coronavirus

Coronavirus en Canarias | Molino de Viento cierra por el coronavirus

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Coronavirus en Canarias | Molino de Viento cierra por el coronavirus Teresa García Santana

"Yo dejé de trabajar en cuanto oí que estaba rodando el virus. Me dio miedo porque no sabía como se pegaba y dejé el piso ese fin de semana, aunque tengo poco dinero para sobrevivir y familia que mantener. Hace un mes que estoy con unos colegas porque me daba miedo de que me pusieran a trabajar en el piso. Hay chicas que lo están pasando fatal y ni para comer les dan, aunque, como es mi caso, la mitad de lo que sacan es para el empleador. Da mucha tristeza y mucha pena que vivan de lo que nosotras les dejamos y en una situación como esta ni siquiera nos ayuden los dueños de los pisos donde currábamos las 24 horas. No nos merecemos estar pasando por esto. En el mes que llevo fuera, nadie de mi curro ha llamado para saber como lo llevo. Es muy triste".

Este es el testimonio de Estrella -no da su nombre real por miedo y vergüenza-, una de las cientos de mujeres que ejercen la prostitución en la capital grancanaria, a las que el confinamiento ha dejado en una indefensión total y absoluta. En unos casos, advierte la ONG Médicos del Mundo, se han visto obligadas a estar encerradas con las personas que las explotan, mientras que otras han sido expulsadas de los pisos y clubes de alterne. Aunque es mínima, la demanda de servicios por parte de puteros sigue.

Tanto Médicos del Mundo como Cáritas han desplegado sus recursos para atender a estas mujeres, suministrándoles vales para comprar comida y alojamiento en las situaciones más alarmantes. Especialmente complicada es la situación de las víctimas de trata, en su mayoría procedentes de Latinoamérica, una situación de esclavitud que está aumentando. Elena Lugli, presidenta de Médicos del Mundo, avisa que la situación que viven estas mujeres es "dramática", porque no tienen medios para sobrevivir.

"Con esta crisis, su situación se ha agravado aún más porque esta forma de violencia de género las ha obligado muchas veces a encerrarse en los pisos y clubes de prostitución sin actividad que dé sustento a sus necesidades, por lo que no tienen dinero para comer, para comprar medicamentos, no sólo para ellas sino para sus familias, tanto aquí como en sus países de origen", explica Lugli. El 90% de estas mujeres son extranjeras y en muchos casos son víctimas también de trata y están en situación irregular, lo que las vuelve aún más vulnerables y les impide buscar una salida. No sólo carecen de dinero para sobrevivir, sino que la deuda que tienen contraída con sus proxenetas, por el alojamiento, está creciendo.

Más de 200 mujeres en situación de prostitución han solicitado ayuda durante las últimas semanas de confinamiento, informa Idaira Alemán, coordinadora del Centro Lugo, dependiente de Cáritas, cuya labor se centra en acompañar a estas mujeres hacia una opción de vida más autónoma, teniendo como marco la protección y defensa de sus derechos.

"Estamos ayudando con tarjetas de alimento de Hiperdino e intentando atender todas las demandas que nos llegan o hacer las gestiones" con otras administraciones. "Se está intentando buscar también alternativas de alojamiento a las que han sido expulsadas de los pisos", añade.

El Centro Lugo atendió durante el pasado año a 703 mujeres en la isla de Gran Canaria, una cifra que, según Alemán, no representa ni la cuarta parte de todas las que ejercen la prostitución, en su inmensa mayoría extranjeras y muy jóvenes. La práctica totalidad procede de Colombia, Venezuela, Rumanía, República Dominicana, Brasil y Nigeria. "El año pasado empezaron a aparecer países que nunca habíamos visto en prostitución, como Cuba, Honduras y Chile, aunque tampoco es que haya muchas, y se debe a la situación que viven en esos países de Latinoamérica", indica.

La problemática que viven estas mujeres es diferente según su particular circunstancia, pero, en líneas generales, están por un lado las que ejercen a plazos, es decir, las que van cambiando de clubes y pisos y a veces de ciudad cada 21 días para atender la demanda de variedad que pide el cliente y no creen vínculos con nadie y, por otro, las que están fijas el mismo lugar donde ejercen. En el primer caso, se han quedado confinadas en el local donde se las explotaba cuando se decretó el estado de alarma. Muchas de ellas no tienen lugar de residencia fija porque están rulando de manera constante. Algunas han pasado a depender de sus dueñas o dueños y han podido quedarse y otras han tenido que irse porque el burdel se ha cerrado y han sido expulsadas o se han visto en la calle.

En el segundo caso, muchas siguen encerradas en los lugares donde ejercen la prostitución, pero su mayor preocupación es que les está aumentando la deuda que tienen con esa casa. "Las han dejado quedarse, pero está surgiendo un endeudamiento por el tiempo que están viviendo allí. Ahora se supone que no están ejerciendo, pero no en todos lados es así", señalan las fuentes.

"Lo que sí tienen todas en común", apostilla Alemán, "son sus cargas familiares". La mayoría son extranjeras.

Alemán califica de "revoltura" la compleja situación por la que atraviesan estas mujeres. "La prioridad de algunas es no verse en la calle. Tienen miedo de que digan que se cierra el local y se tienen que marchar. Otras están con rabia y con ganas de luchar. Están viendo cosas que no les están gustando y también tienen ganas de expresarse, aunque es verdad también que están con el peso del estigma, que marca mucho. Están con mucha revoltura, planteándose mucho el futuro y pasándolo muy mal, pensando en su familia". Están en una situación irregular, añade, "con lo cual no tienen derecho a ayudas. Se cree que la mujer que se dedica a la prostitución gana mucho dinero y no es cierto, realmente quien gana dinero son otras personas. Es un negocio que mueve muchas cantidades de dinero y lo que ellas se quedan es mínimo. Sólo les da para apoyar a sus familias, porque para ellas es su prioridad y lo que queda, para seguir tirando ellas".

Médicos del Mundo, que trabaja desde hace años con estas mujeres para garantizar su derecho a la asistencia sanitaria, sigue a su lado ahora que tanto lo necesitan. "Normalmente viven en una situación de extrema violencia, de vulneración extrema" y con el confinamiento "todo esto se agrava, como está ocurriendo con otras situaciones de violencia machista. Estas personas están explotadas, privadas de libertad con su explotador, sin poder prostituirse y eso es aún más duro. Seguro que hay contextos muy dramáticos que irán saliendo", advierte.

A nivel psicoemocional, explica, "muchas de ellas están destruidas y en una situación muy delicada por la incertidumbre que les genera lo que está pasando, lo que vendrá y el contexto en el que se encuentran. A ello se añade el temor a verse expuestas al virus, como pasa con toda persona encerrada en un grupo".

Tanto Alemán como Lugli coinciden en valorar la prostitución como una situación clara de violencia de género. Cáritas no tiene opinión en el debate entre regulación y abolición. "Nosotros nos limitamos a acompañarlas y apoyarlas", dice Alemán. La postura de Médicos del Mundo es claramente abolicionista. "Es una forma extrema de violencia de género, vulnera los derechos fundamentales de las mujeres y va íntimamente ligada a la trata. Sin trata no hay prostitución y sin prostitución no hay trata. Son dos formas de violación y de violencia de género", subraya.

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