Muere Pedro García Viera, carpintero de ribera y moralista

Fue el artífice de la reconstrucción del bote Tomás Morales, que en el año 1988 quedó destruido por una ambulancia que le cayó encima

Pedro García Viera.

Pedro García Viera. / LP/DLP

Pedro García

Pedro García Viera, Perico, como le conocían en el barrio de San José, lugar donde nació, fue el carpintero de ribera que resucitó con sus hábiles manos, en el año 1989, al bote Tomás Morales. Un años antes, en un lamentable suceso, una ambulancia de Cruz Roja se precipitó sobre la embarcación desde la explanada del Muelle Deportivo cuando se encontraba preparada en el agua para competir al día siguiente en una pega con el Porteño.

Pedro García Viera.

Pedro García Viera. / LP/DLP

Un carpintero con sabiduría en la fabricación de todo tipo de muebles, roperos, puertas, barandales para las escaleras, profesión que aprendió en un pequeño taller de la calle Pérez Galdós, con tan sólo dieciocho años. Era muy curioso con la madera y la trataba de forma muy delicada. Todos sus clientes, que más tarde tendría en un conocido almacén de madera (Los hermanos Clemente), sito en la calle López Botas -barrio de Vegueta- resaltaban el toque artesanal que le daba a cada terminación de sus encargos, porque dominaba todas las herramientas de la carpintería; desde la plana, el replán, el formón, el martillo, la gubia, el serrucho o el escochebre. La garepa y el serrín fueron sus amigos inseparables. Su experiencia con trabajos en la reparación de barcos apenas pasaba de pequeños arreglos en embarcaciones de pesca del barrio de San Cristóbal.

García Viera, carpintero que resucitó al Morales

Fue por el mes de febrero de 1989 cuando Víctor Regalado y Juan Antonio Martín, responsables por aquel entonces del bote Tomás Morales, acudieron a su domicilio de la calle María Amador, en Hoya de la Plata, para encargarle la construcción del nuevo casco. García Viera comenzó la reparación del ‘rayo’ el 12 de febrero de 1989. Dos meses y medio después, para Semana Santa, el nuevo bote volvía a renacer para ser campeón zapatero -ningún bote le ganó-. Con Santi Ceballos, a la caña, lo consiguió todo: campeonato, concursos (se impuso en todos), Trofeo de La Caja, y Trofeo Federación. Del antiguo casco sólo aprovechó el codaste, la quilla, el dormido, el espejo y la roda. El bote pesó 385 kilos (sin la orza), era el más ligero de toda la flota, por ello los aficionados le denominaron ‘El Papelillo’. Una construcción que recibió muchas felicitaciones, en especial la de ‘maestro’ Eusebio, máximo referente en la carpintería de ribera y en la construcción de botes de Vela Latina de toda la historia.

Pedro García Viera.

Pedro García Viera. / LP/DLP

El Morales se entabló de cedro -casi todos los botes eran de pinsapo-, una madera menos pesada que se adquirió en el ya desaparecido almacén La Escandinava, en la calle Venegas. En 28 días se puso la tablazón. La construcción se llevó a cabo en la casa de Pepito Ríos, en el barrio de San Roque, fiel moralista y uno de los abonados más antiguos que tuvo la UD Las Palmas. Seis cuadernas, y 24 baretas, se colocaron en un bote que congregó a miles de personas -como nunca se había visto en la Vela Latina- cuando fue botado al agua tras su resurrección.

Desde entonces, Pedro García Viera fue otro importante referente de la carpintería de ribera y recibió numerosos encargos de varios botes. Fue el primer carpintero que construyó a una embarcación que no pertenecía al municipio de Las Palmas de Gran Canaria, el Villa de Agüimes (año 1995), trabajo que le encargó Antonio Morales, hoy presidente del Cabildo de Gran Canaria y por aquella época alcalde del municipio del sureste grancanario. Posteriormente construyó, el Minerva, el San Cristóbal- también fue campeón-, arregló el Asticán -luego el Universidad- el Unión Arenales, el Gran Canaria. Siempre con su bolsa de herramientas en el furgón, porque estaba a disposición de cualquier bote para un arreglo o reparación; un palo, una palanca, poner la orza, hacer un timón, daba igual que ese bote pegara con el Morales. Su pasión era la carpintería y muchos artesanos aprendieron de él algunas técnicas innovadoras con la madera. Ahora su peculiar golpeo con el martillo ha dejado de sonar para siempre a la edad de 80 años. D.E.P.

¡Tumba Morales!