Las más antiguas crónicas de Gran Canaria, allá por el siglo XVI, ya nos hablan de la importancia que el ceremonial y el protocolo tenía en la vida insular, con especial relevancia no sólo en las grandes solemnidades anuales, sino en muchos eventos habituales a lo largo del año o algunos con carácter extraordinario. En ese ámbito aparecieron personas que, como en el caso que Domingo J. Navarro recoge ampliamente en sus “Memorias de un Noventón”, se significaron organizando y atendiendo los requisitos y los pormenores de estas actividades ceremoniales. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX, cuando tras la aparición de las instituciones autonómicas, la vida institucional y los eventos de todo tipo se multiplicaron, el ámbito institucional no contaba con unos proveedores locales, adecuados a las nuevas y crecientes necesidades de los organismos públicos y de sus eventos, que dieran una atención suficiente al nuevo marco institucional, publico y de imagen que se daba y crecía constantemente.

En ese marco apareció la figura de un proveedor y una empresa, Manuel Rodríguez Reina y la marca RODSAN, ya desaparecida, que poco a poco se introdujo de lleno en esos ámbitos del protocolo, el ceremonial y la imagen institucional, pública y privada, así como en la empresarial, pero no sólo como mero agente comercial que proveía con agilidad y eficacia el material que requerían los departamentos de protocolo y de relaciones institucionales, con una oferta de materiales amplia y muchas veces desconocida hasta ese momento en la isla, sino que se instituyó poco a poco en un asesor que aconsejaba sobre muchos aspectos tanto del material, como de los mismos actos que se celebraban, a los que acudía en algunas ocasiones, o seguía a través de los medios de comunicación, que solía comentar posteriormente con los responsables de los mismos apuntando ideas o soluciones que mejoraran en futuras ocasiones lo que se había hecho, en especial en lo relativo a los recursos protocolarios utilizados. Eso hizo que, en pocos años, su empresa, que estuvo inicialmente ubicada en los bajos del edifico de nº 211 de la calle León y Castillo, se consolidara como referente casi exclusivo para el sector institucional isleño (también trabajaba atendiendo al sector en otras islas), y al tiempo como punto de encuentro e intercambio de opiniones entre los profesionales del ceremonial, los eventos y el protocolo en Canarias.

A su notoria capacidad de trabajo y a su seriedad profesional, se unían su bonhomía, su afabilidad, su discreción y su prudencia, siempre atento al parecer y opinión de sus clientes, con una atención puntual y exquisito en el trato, visitándolos asiduamente y teniéndolos al corriente de las novedades que de continuo aparecían en el mercado nacional e internacional de eventos y ceremonial. Así, sus habilidades sociales y su don de gente, hizo que fuese conocido en diferentes medios, principalmente en el mundo protocolario en diferentes instituciones en Canarias.

Manuel Rodríguez Reina, que nos ha dejado en este mes de septiembre, cuando el mundo protocolario bulle en muy numerosas e importantes ceremonias, era natural de Las Palmas de Gran canaria, donde nació un 4 de febrero de 1944 en el histórico barrio de San José. Y aunque estuvo destinado algún tiempo en diversos lugares de España, en los que inicialmente ejerció su profesión de Guardia Civil, la mayor parte de su vida, casi setenta y nueve años, la realizó en su ciudad natal junto a su familia. Aquí creó la empresa RODSAN en el año 1979, pionera en las Islas Canarias, como especialista en banderas y artículos de protocolo, en la que le siguieron, hasta su desaparición, sus hijos Manuel y Esther, que no sólo recibieron un gran legado empresarial, sino un magnífico aprendizaje de todos los conocimientos y valores que su padre atesoraba.

Jubilado ya hace unos años, y tras una larga enfermedad que le mantuvo apartado de la vida social y de sus numerosísimos amigos y conocidos, Manuel Rodríguez Reina, “Rodsan” como muchos también llegaron a conocerle y mencionarle afectuosamente, ha fallecido el 20 de septiembre de 2023 rodeado de los suyos en el calor de su hogar. Sin embargo, su jubilación no fue obstáculo para que mantuviera siempre una relación grata y afectuosa con todo el ámbito del protocolo y los eventos, donde siempre será recodado con enorme gratitud por todo lo que aportó al sector, y por hacerlo con enorme entrega desde una personalidad entrañable, cercana y muy cordial. Descanse en paz.

*Juan José Laforet es Cronista Oficial de Las Palmas de Gran Canaria