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Muere Toni Hernández Benítez, líder de la vida

Fallece a los 59 años de edad y su velatorio se encuentra en la sala 102 del tanatorio San Miguel

Antonio Miguel Hernández Benítez, Toni el negro

Antonio Miguel Hernández Benítez, Toni el negro / LP/DLP

Vip28

Las Palmas de Gran Canaria

Nos ha dejado esta madrugada, a los 59 años, Antonio Miguel Hernández Benítez, Toni el negro, un auténtico líder de la vida en su sentido más amplio. Este ser generoso, psicólogo por la Universidad de Salamanca, ha querido ofrecernos como señal de cariño su último acto de entrega incondicional: irse lo antes posible para evitarnos el dolor de ver los estragos de la enfermedad.

Hijo de Tenteniguada, hizo su mejor máster en relaciones públicas en la calle Néstor de la Torre, donde estaba el comercio de verduras de su padre, un histórico del sector. Desde este lugar, entre las fincas y los madrugones a Mercalaspalmas, ahondó más en su especialidad: conocer gentes de toda procedencia, crear redes y conexiones a las que mimaba sin descanso.

Era un devoto de la Virgen del Pino y de su amada UD, pero también tenía en un lugar privilegiado de su casa un panel enorme con las entradas de los conciertos legendarios a los que había asistido, desde Prince a Rolling Stones. Puede que en Canarias sea la persona que al respecto tenga más trofeos. Dejemos que él responda mientras suena Babylon Sisters, de Steely Dan, su canción preferida.

El grupo de amigos Vip28, los claretianos de la promoción del 79, somos una parte de ese espectro de cercanos a los que Toni cuidaba sin desmayo. El nexo indestructible creado en el aula se ha mantenido en el tiempo con la cita imprescindible del Día de los Inocentes, un encuentro donde él oficiaba de maestro de ceremonias, acordándose siempre de los ausentes. Cuidaba la elección del lugar, el menú, la confirmación de los asistentes y desplegaba lo mejor de su persona para que todos estuviesen a gusto. Un capitán en toda regla.

Toni se ha ido pronto, en un momento donde son tan necesarias las gentes como él. La solidaridad emocional era su facultad más esencial, saber estar, aunque fuese en silencio, junto a los que lo estaba pasando mal. En una sociedad cada vez más enclaustrada en sí misma, logró ir en sentido contrario, ofreciendo lo posible y lo imposible para hacerle la vida más feliz a los otros.

Nos dejas huérfanos ahora que todo se hace cuesta arriba. Nuestro cariño más intenso para tu esposa Natalia, tu hijo Gabriel y tus hermanos Rosa y Luis Carlos. Descansa en paz.

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