De la señora del titular he hablado mucho. Y mal. Siempre mal. Casi siempre mal. No sé si por confundir los productos que defendía o por ella misma, cosa que no tendría ni un poquito de sentido porque no la conozco, no sé qué tipo de persona es, y jamás me ha hecho ni bien ni mal.

Es verdad que quien lleva escribiendo sobre televisión, o sobre lo que sea, mucho tiempo, acaba teniendo sus fobias y sus filias, siempre más allá de lo profesional, hasta alcanzar lo personal, reconozco que de manera intolerable. De Pilar García Muñiz he escrito mucho, y casi siempre mal. En su caso no por ella sino por los trabajos por los que uno la ha conocido. En su paso por 'España directo', el programa de La 1 que tenía atravesado, me resultaba cargante, exagerada, alimentando un periodismo sin interés, de chichinabo, aquel que hacía del tiempo y las estaciones su razón de ser, con impostadas y dramáticas conexiones si hacía frío y nevaba, o si calor y te derretías.

Pilar, aunque acabara de contar tragedias domésticas, se despedía con el insufrible y estúpido latiguillo que decía que mañana volverían "con la mejor de nuestras sonrisas". No la soportaba. Me chirriaba todo. Ya sé, cosa personal. Su paso por los últimos cinco años de Sanfermines tampoco mejoró mi apreciación. Quizá, de nuevo, confundía la persona con el producto que en ese momento defendía. Pero se ha producido un íntimo cambio, digo en mí. Y por eso me gusta compartirlo con ustedes. Por fin he visto que producto y persona van de la mano, encajan a la perfección.

Pilar G. Muñiz ha pasado al Canal 24H, a los informativos. Y está estupenda. El otro día me la encontré presentando el Telediario 1. Magnífica. Nada chirriaba. Me gustó. Y tenía gana de escribirlo.