Este curso escolar pasará a la historia como "el curso de la fiambrera", una cita textual extraída de un debate en pleno Congreso. Pero el tupper arrancó con fuerza ya en el verano, cuando acampó a sus anchas en la playa, recordando una escena que se creía extinta desde los años ochenta.

Los sindicatos aprovecharon el símil del "turismo de fiambrera", también, para referirse este año al descenso del gasto en vacaciones. Y ese clásico recipiente -que adquiere ahora diseños modernos ahora- fue noticia cuando una madre decidió lanzarla a Esperanza Aguirre a la cabeza en la inauguración del curso escolar.

Lo que en algunos establecimientos reconocen tímidamente, en los locales orientales -conocidos popularmente como 'los chinos'- es un secreto a voces. Basta pasarse por la sección -cada vez más amplia- de cajas de plástico para advertir que la moda del "tupper" se está traduciendo en un aumento de ventas.

Bazares orientales señalan incluso un 10% de aumento de demanda en algunos recipientes metálicos o con varios compartimentos, tal y como reconoce el gerente de un gran local. Aunque también se ha notado en los supermercados, los ´chinos´ parecen centrar las mayores demandas. Pero no son los únicos.

La multinacional norteamericana de envases de plástico Tupperware saca pingües beneficios en los últimos años con la generalización del uso de tarteras tanto en el trabajo como recientemente en los colegios de España. Así lo reconocía recientemente la directora de marketing de la compañía en España, Marisol Linares, que cifró la subida de la facturación en un 6% en lo que va de año -y así llevan varios-.

Linares reconoce que la empresa también está notando la generalización del uso de tarteras no tanto en los colegios, sino en cualquier otro puesto de trabajo" y actualmente en España hay hasta siete mil vendedores de Tupperware, en función de la época del año."Cada vez más gente trata de ahorrar guardando comida o gastar menos llevando la tartera al trabajo", aseguró.

Este año, que "pasará a la historia como el curso de la fiambrera", muestra una tendencia que comenzó a gestarse ya desde el verano. En toda playa y verano que se precie no puede faltar una buena y espaciosa nevera portátil que lleve las cervezas, el agua y hasta una tortilla de patatas con sus correspondientes filetes empanados. Esta práctica que, con la bonanza económica parecía haberse extinguido, en los últimos tres veranos y de forma especial en el que acabamos de abandonar, ha vuelto a convertirse para muchos en la única manera de comer fuera de casa durante la temporada estival.

Restaurantes

Incluso en los restaurantes. Emulando una moda que comenzó con las facilidades para llevarse a casa la botella de vino sobrante, empresarios avispados ya lanzaron la posibilidad de hacerlo con la comida. Se planteó en la localidad catalana de Badalona, pero ya es realidad en otras muchas ciudades.

La crisis moldea hábitos. Antes de que la economía hiciese tiritar los bolsillos del país eran minoría los clientes que pedían en un restaurante un "túpper" para llevarse las sobras de su plato a casa. Pero hoy en día parece que restaurantes y bares lo han convertido en un servicio acostumbrado. En algunos establecimientos se giran las tornas y son los propios camareros quienes plantean la posibilidad al comensal".

Lo que se busca es sumar servicios para mantener la demanda", razonaba recientemente el presidente de la Federación

Provincial de Empresarios de Hostelería -Feprohos- José Magaz.

Con respecto a la iniciativa de llevar la comida de los escolares en fiambreras para ahorrar así el precio del menú; la Organización de Consumidores y Usuarios ya ha alertado: El túpper en el cole"no es tan barato como nos venden". La OCU aseguró que la previsible utilización de fiambreras en los colegios por la crisis y como alternativa al comedor escolar," no va a suponer tanto ahorro como nos están vendiendo"a los ciudadanos.

¿Es realmente barato?

"Nos tememos que esto ha sido una publicidad y vendernos un poco la moto a los consumidores; hay que echar cuentas, probablemente nos llevemos una sorpresa y salga más a cuenta seguir comiendo en el comedor", aseguró la portavoz de OCU, Ileana Izverniceanu.

Izverniceanu ha remarcado que a la hora de calcular el coste de esta alternativa, hay que sumar "el tiempo que hay que dedicar a ello". De hecho, las siguientes afirmaciones también serían válidas para los trabajadores que, ante la crisis, han decidido pasar del menú del día.

Cada día son más los empleados a jornada partida que llevan su propia comida de casa. "Frente a los diez euros que puede costar de media un menú, hay que cuantificar el tiempo y el dinero invertido en comprar productos de calidad, cuando están subiendo los precios, y cocinar, lo que repercute en el recibo de la luz", señalaron las mismas fuentes.