Actriz solvente, de actitud natural, que parece no inmutarse por nada y cuya belleza amaga siempre cierta introspección, Marion Cotillard (París, 1975) responde a ese tipo de mujer francesa que rebosa dulzura. Una mujer que sabe dosificar su glamur y ponerlo al servicio de la causa actoral. Cuentan de ella que se entrega visceralmente a su trabajo y que ansía vivir todas esas vidas que se le presentan en forma de guiones cinematográficos o personajes teatrales.

Se ha ido infiltrando en la memoria de los espectadores sin necesidad de un gran papel que la proyectara al estrellato. A veces en francés, a veces en ese inglés tan elegante de las francesas, esta actriz por vocación que fue "niña de barrio" en su infancia parisina ha cimentado su buen momento en su capacidad de adaptarse a registros muy dispares. De sus personajes etéreos y seductores de 'Origen' y 'Midnight in Paris' a la cotidianidad de la doctora de 'Contagio' o la introspección de la treintañera Marie en 'Pequeñas mentiras sin importancia'. Su interpretación de Édith Piaf en 'La vie en rose', que le valió un Oscar, no proyectaba, curiosamente, la Marion que más gusta.

¿Cuál de todas ellas aparecerá sobre el escenario de L´Auditori de Barcelona el próximo fin de semana (17 y 18 de noviembre) cuando está previsto que encarne a Juana de Arco en el oratorio Juana en la hoguera, del suizo Arthur Honegger, en la que será su única interpretación en España?

Responde a Magazine en conversación telefónica, mientras viaja en coche por algún lugar de Francia, en un lento y preciso inglés americano, que de la joven Juana de Arco ha asumido su condición de mujer de fe. Hay que prepararse, así, para una actuación que a los seguidores de la actriz les evocará acaso a la esposa que desde la otra orilla de la muerte trataba de atraer hacia sí al hombre desesperado que interpretaba Leonardo DiCaprio en Origen. Pero esta vez, en vivo y en directo, y acompañada de toda una orquesta con coro y cantantes solistas.

¿Qué le ha interesado de Juana de Arco a la hora de construir este personaje recreado por el escritor francés Paul Claudel?

Juana de Arco era muy joven y estaba muy conectada con su fe. Admiro profundamente a la gente que es guiada por una fe inquebrantable. Una de mis heroínas ha sido Wangari Maathai, la activista política keniana, fundadora de Cinturón Verde y Nobel de la Paz 2004. Ella me inspiró muchísimo en mi vida y mi trabajo. No la estoy comparando con Juana de Arco, pero es el mismo tipo de fe la que ella tenía. Fe en algo que es lo correcto, ya sea la democracia o el medio ambiente. Algo que se convierte en parte de tu vida, que llevas contigo y tienes que mantenerlo vivo.

Lo que trae a Marion Cotillard a España no es un bolo cualquiera. El espectáculo se estrenó en el año 2005 en Orleans, y desde entonces ha permanecido congelado a la espera nuevas oportunidades. La actriz se lo había visto interpretar años atrás a su madre (Nissema Theillaud) en una versión teatral dirigida por su padre (Jean-Claude Cotillard) y había quedado prendada de la música y el texto. Cuando en el 2005 le pidieron a su madre volver a hacerlo, esta les sugirió que se lo propusieran a Marion. Sabía que enloquecería con la idea.

Prepararse para este personaje va más allá de documentarse y aprenderse el papel. En el contexto del oratorio de Honegger, que se estrenó en 1938, el papel protagonista es recitativo€ "lo que significa encontrar un espacio entre el canto y la partitura, un equilibrio que te impida ser arrastrada por ese río que se desata en el escenario... Es importante encontrar tu propio fluir para mantener un ritmo con la música", explica Cotillard.

La pregunta es si este tipo de aventura a medio camino de la ópera y el teatro está concebida para aliviar la presión que impone el mundo del cine, una particular experiencia entre estreno y estreno, entre rodaje y rodaje, entre lectura compulsiva de guiones. Y no, no lo ve como un divertimento, sino como un sueño cumplido.

Probablemente le resulte más interesante trabajar en una performance como esta porque consigue tener más control que en las películas...

Si lo dice porque en una película está el director decidiendo qué toma escoger y cómo montarla, sí, desde luego. En el teatro o en la ópera, sobre el escenario, y estando como estás entregada a la historia desde el comienzo y hasta el final, eres responsable de lo que das en cada momento. Pero también es un trabajo en equipo que sería imposible sin la orquesta, sin su director y sin todos los demás cantantes-actores. Y le puedo decir que compartir eso en el escenario es algo ­precioso.

Y por fin ve su proyecto en marcha tras aquella primera experiencia del 2005€

Es una de las grandes experiencias de mi vida como actriz, y desde hace siete años he intentado repetirla. De hecho, a lo largo de este tiempo ha habido un par de proyectos a punto de fructificar en París y Orleans. Mi agente sabe que estoy enamorada de este oratorio, y esta es la historia que me trae hasta Barcelona.

El largo camino hasta el éxito se inició en Orleans, adonde la llevaron sus padres tras pasar sus primeros años en un suburbio de París. Su padre fue profesor en el conservatorio de artes escénicas de esa ciudad del centro de Francia, donde la pequeña Marion quiso entrar a estudiar interpretación. Pese a lo que alguien pueda pensar, su progenitor no tuvo nada que ver en que lograra ser admitida. "Ya sabes cómo son las pruebas de acceso y cuánto hay que trabajar para conseguirlo, te va a resultar duro", le dijo.

¿Cuál es el mayor favor que le ha hecho su padre profesionalmente?

No, no me ha hecho un favor. Sencillamente, me dio la noción de libertad y de respeto desde el principio, y esto es algo que hay que apreciar. Te hacen sentir que todo es posible, y es eso mismo lo que te da la oportunidad de aspirar a cualquier cosa.

¿Quiso ser actriz desde niña?

Sí. Estaba fascinada por la vida de mis padres, por la relación que tenían con la gente con la que trabajaban y con el público. Muchas veces la gente no se conoce, pero comparte historias, emociones, provoca emociones e incluso, a veces, preguntas y reflexiones.

Hollywood no es lo mismo...

Cuando empecé como actriz nunca imaginé que un día trabajaría y viviría de mi pasión fuera de mi país. Pero las películas de Hollywood son parte de la cultura de mi generación. Crecimos con el cine americano, y no es que me sienta parte de Hollywood, porque todavía me siento como una actriz con la suerte de poder expresarme fuera de mi país, pero es una oportunidad única de trabajar con los mejores directores, con los que nunca habría soñado trabajar. Y de explorar una cultura distinta. Eso es algo que no tiene precio.

Cotillard ha triunfado este año en Cannes con la película Rust and Bone (De rouille et d´os en el original francés). Hay quien dice que, si no tuviera ya un Oscar, lo ganaría por este filme. Interpreta a una adiestradora de orcas que trabaja en un Marineland y que se queda paralítica tras sufrir un accidente. Es decir, un papel a la medida de una estatuilla de Hollywood como la que se llevó Hilary Swank por dar vida a una boxeadora que también acaba en un hospital con una lesión irreversible en Million Dollar Baby.

La intérprete francesa comparte protagonismo en este filme de Jacques Audiard con la revelación Matthias Schoenaerts, un joven belga que amenaza con sacudir las pantallas globales en la misma medida en que lo ha hecho en los últimos años el irlandés de ascendencia alemana Michael Fassbender.

¿Cómo ha sido trabajar con este actor de nombre impronunciable?€

Ja, ja. Sí que lo es. En cada país lo pronuncian de una manera distinta. La correcta sería "Shunarts". Bromeamos mucho con el tema. Lo que es cierto es que es una verdadera revelación. Yo no le conocía de nada, pero supe que era un gran actor desde el primer minuto en que empezó a leer su papel.

La actriz no dudó en hablar de su partenaire allá donde recalara y en recomendarlo a directores de la primera línea hollywoodiense. ¿Qué pudo ver en él a simple vista para detectar su talento? Es la forma en que asoma el personaje, dice, por su autenticidad. "Y luego está esto que no puedes explicar, que es el talento. Lo tienes o no, y él lo tenía".

Dicen que el papel podría valerle a usted un Oscar. Eso de encadenar papeles de sufridora, de mujeres paralíticas, de mártires en la hoguera€ ¿le convence o prefiere ir intercalando comedias?

No es algo que venga ya planeado. Si escojo el papel es porque cuando leo la historia siento la necesidad de contarla. No es cuestión de dónde voy a rodar, o de si voy a hacer una película americana o francesa, o si va a ser una comedia o un drama. Estas cuestiones nunca aparecen. Sólo se trata de leer una historia y que se me meta en la sangre, que me obsesione con ella y sienta la necesidad de formar parte del proyecto.

Tras aglutinar Oscar, Bafta, César y Globo de Oro por hacer de Édith Piaf en La vie en rose , Marion Cotillard ha pasado unos años dedicada a papeles interesantes pero no necesariamente principales: aparecía en el musical Nine; en Enemigos públicos, de Michael Mann; en Origen, de Christopher Nolan; en Pequeñas mentiras sin importancia , de su pareja, Guillaume Canet; en Midnight in Paris de Woody Allen, o en la última entrega de Batman. Este año, después de haber sido escogida en el 2011 por Steven Soderbergh para la coral Contagio, Cotillard vuelve a asumir protagonismo. En su regreso al cine europeo, ha rodado Rust and Bone , de Jacques Audiard, un filme que causó sensación en Cannes y que llegará en diciembre a España. Pendiente de estreno tiene también Low Life , en la que interpreta a una inmigrante polaca que persigue el sueño americano. Siempre vinculada a la música, confiesa que le gustaría dedicarle más energía. La oportunidad le llega ahora con Juana de Arco, donde sólo canta unas líneas y no en registro operístico. "No soy una cantante con una gran voz", advierte.

¿Y dirigir?

"No sé si sería capaz, pero sí tengo la necesidad de contar mis propias historias. Trato de escribir, pero me resulta muy difícil".

Marion Cotillard es madre desde hace un año. El padre, su pareja desde el 2007, es el actor y director Guillaume Canet (ex de la también actriz Diane Kruger). Él la ha dirigido este año en Blood Ties, un remake americano de la francesa Les liens du sang, de Jacques Maillot, en la que interpreta a una italiana en el Brooklyn de los años 70. Es la segunda vez que Canet la dirige tras Pequeñas mentiras sin importancia, una de las películas más recordadas de Cotillard.

Rodar de nuevo con su pareja es algo que le encanta, dice. Le admira como director. Le considera "un gran director de actores", entre otras cosas porque él mismo tiene una larga carrera como actor. "Es un trabajador empedernido que siempre acaba encontrando la belleza de la vida en las historias que cuenta -añade-. Verle trabajar ahora en algo tan distinto es muy inspirador".

A propósito de esto, ¿cuál es su tipo de hombre?

Alguien que esté conectado con el mundo, a la autenticidad del ser humano, que no trata de esconder emociones... Alguien que esté fuertemente vinculado a esta vida.

Cuenta que ha encontrado a ese hombre "totalmente". Y que ser madre no le ha traído más miedos: "En realidad, no tengo miedos, porque he encontrado mi manera de confiar en la vida y en los seres humanos, confío en la gente que quiero. Mis miedos tienen más que ver con la especie humana y su trato hacia el planeta, con cómo en nuestra sociedad decidimos qué es importante y qué no lo es. La mayoría de las veces, lo que se tiene por importante no lo es para mí. Mi mayor miedo sería la desaparición de las especies€ no poder evitarla".

Con la crisis aún empeora todo. En España pronto será imposible tener a una actriz cotizada como usted en un proyecto como este...

Lo sé, esta es una las razones por las que no pudimos hacer el proyecto en otras ocasiones. Es caro, participa mucha gente. Cuesta mucho dinero, pero da trabajo también a mucha gente y, además, nadie cobra mucho más que el resto. Está muy repartido.

¿Se ha bajado el caché?

No se puede comparar. En la música y la ópera, los cachés son totalmente distintos a cuando haces un anuncio. No he pedido mucho dinero. No se trata del dinero sino del deseo y la pasión.

Cotillard tiene una relación especial con la casa Dior. Ha sabido descubrir el lado más artístico de la moda y realiza proyectos creativos. Nada para televisión, sólo en internet y revistas, como esas pequeñas películas divertidas e irreverentes dirigidas por John Cameron Mitchell en las que interpreta a una superestrella de Hollywood en plena rabieta.

¿Además de esta relación comercial, hay algún otro papel que escoja por dinero?

Nunca escogería un proyecto por cuestión de dinero. Nunca. Tengo la suerte de no tener que trabajar por dinero y me siento afortunada porque sé que hay actores que tienen que aceptar papeles en proyectos en los que no están muy contentos de participar.

¿Sabe que en España el Gobierno considera que el teatro, la música o el cine no son cultura, sino ­entretenimiento?

Es muy peligroso hacer esa consideración, eso mata el arte y te obliga a trabajar pensando en la productividad. El arte no es rentable, pero es mucho más importante, una forma de vida y expresión que es un tesoro.

Y en Francia recortan las subvenciones a la cultura

Siempre habrá artistas que encuentren la forma de expresarse y de compartir con la audiencia. A veces las crisis renuevan el arte, pero no veo que la falta de dinero de nuestro Gobierno pueda matar nuestra cultura. No creo que un artista sin dinero no pueda expresarse. Siempre encontrará otras formas. Incluso en la peor crisis financiera, el arte y la cultura nunca perecen.

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