No tengo paciencia para las cosas inútiles. Hay momentos que requieren a alguien que actué, que haga lo desagradable, lo necesario. Es la primera declaración de principios de Francis Underwood (Kevin Spacey) al comienzo de la serie. Underwood es un congresista norteamericano en Washington.

Un tipo ambicioso y sin escrúpulos, que espera una prometida Secretaria de Estado tras haber contribuido de manera decisiva a la elección del presidente. Apoye al hombre correcto. Yo te doy, tú me das. Es su segunda declaración. La expresión de una de las normas básicas que rigen en la guarida de lobos donde vive con su aguerrida esposa (Robin Wright), toda una Lady Macbeth del siglo XXI. Do ut des, una norma básica que también queda explicita en la secuencia donde un constructor exige que se cumpla la promesa del cambio de la normativa urbanística en compensación por los donativos realizados al partido ganador.

Mientras, una joven, decidida y, por supuesto, ambiciosa periodista (Kate Mara) se mueve por los despachos de The Washington Herald en afanosa busca de su definitivo trampolín profesional.

Estos son los explosivos de House of cards. El detonante lo colocara inconscientemente el presidente electo al incumplir la promesa que le hizo a Underwood y darle a otro la prometida Secretaria de Estado.Ya no tenemos lealtades., afirmara entonces su mujer. La guerra está servida. Y como en toda contienda sin cuartel, hay carne de canon. Es Peter Russo (Michael Kelly), político republicano, mujeriego y bebedor. El candidato ideal para ser sometido a chantaje y convertido en un sirviente incondicional.

La primera temporada de House of cards (ya se ha confirmado que habrá una segunda) se estrena el próximo jueves, día 21, en Canal+. Se trata, como resulta evidente, de un thriller político que muestra un universo de la política norteamericana cargado de intriga, traición, corrupción y sexo, en el que ese castillo de naipes del título puede venirse abajo en cualquier momento.

En realidad, House of cards, dirigida en sus primeros capítulos por David Fincher (otros lo serán por Allen Coulter o Joel Schumacher), es una versión de la exitosa serie del mismo título emitida por la BBC a principios de los años noventa del pasado siglo. En el caso británico, la historia, protagonizada por Ian Richardson, se centraba en la lucha por el poder entre los tories tras la salida de Margaret Thatcher, la dama de hierro.

El nuevo House of cards norteamericano incorpora también una novedad importante. La serie (13 capítulos en su primera temporada) no ha sido producida por una cadena de televisión convencional, sino por Netflix, una plataforma web estadounidense que también es posible ver en Iberoamérica. El pasado 1 de febrero fue estrenada directamente para el público internauta.

En este sentido, se trata de un proyecto pionero de producción de una gran serie. Reed Hastings, presidente de Netflix, lo explicaba así en una entrevista concedida a la revista GQ: .La meta es convertirse en HBO antes de que HBO se convierta en Netflix. Es decir, entrar en la producción de productos de alta calidad y usar las ventajas tecnológicas que la red ofrece para su distribución, al tiempo que se ofrece la posibilidad de visionar el resultado, en este caso House of cards, de un golpe, como si de una película completa se tratara.

También en relación con esto, la serie de Netflix ha sido concebida básicamente para un público joven, moderno, familiarizado con las nuevas tecnologías. En el propio desarrollo de la trama y en los hábitos de sus personajes, es habitual la utilización de tecnología de última generación.

Además, esta concepción de House of cards para ser visionada en internet también influye en ella formalmente. Por ejemplo, no hay resúmenes de los capítulos anteriores a medida que progresa la historia.

Como tampoco se hace necesario que los episodios terminen con alguna escena con fuerza suficiente para incentivar la curiosidad del público de cara a la siguiente entrega.

Si el proyecto de Netflix triunfa finalmente, House of cards quizá sea recordado como el primer gran título que marco un nuevo rumbo en las formas de consumo de este tipo de producto.