Destapa muy pronto su condición de secuela de la saga ´Crepúsculo´, de modo que aunque ofrece en su primera media hora signos prometedores que adelantan una película curiosa y sugestiva, la realidad más o menos decepcionante acaba por imponerse.

Parecía que el nombre de Richard LaGravanese, el director, iba a consolidar un proyecto ambicioso y con evidentes estrellas en el reparto, especialmente Jeremy Irons, Emma Thompson y Viola Davis, pero a la postre se deja sentir que los criterios de rentabilidad se han impuesto a los demás, asfixiando todo elemento original y genuino. Por eso a partir del momento en que los poderes sobrenaturales de los "caster", seres con notables facultades que se equiparan a los brujos, se desatan y los hechizos y las maldiciones inundan la pantalla lo que vemos pierde su valor y se resiente toda su estructura, no sólo con lagunas narrativas, también con conatos de tedio.

Adaptación de la primera novela de la trilogía de Kami García y Margaret Stohl, cuyas dos restantes partes se titulan ´Hermosa oscuridad´ y ´Hermoso caos´ (que esperan a saber las recaudaciones para ser llevadas o no a la pantalla), su éxito editorial en el marco de la literatura juvenil y sus connotaciones flagrantes con ´Crepúsculo´ alimentaron el deseo de LaGravanese por traducir el texto a los fotogramas. Parecía una apuesta interesante, si recordamos que el director firmó la magnífica ´Diarios de la calle´, que no ha prosperado porque la historia se va enredando, perdiendo su vitalidad, y porque al realizador el tema se le va de las manos.

Lo que mejor funciona, con mucho, es un sugerente prólogo, que sitúa al protagonista, el joven de 17 años Ethan Wate, en su ámbito, la detestable ciudad de Gatlin, en Carolina del Sur. Huérfano de madre, que murió en un accidente meses antes, sus únicas obsesiones son salir de un pueblo maldito.