Esta columna quizá debiera estar dedicada al estreno anoche en Cuatro de Homeland, creación de Gideon Raff para la cadena estadounidense Showtime, con la alucinante Claire Danes como la alucinada detective Carrie Mathison y el inquieto Damien Lewis como el inquietante ex sargento Nicholas Brody.

Quizá sea la serie que más me ha enganchado, que más me ha hecho padecer como espectador, que más dolor me ha producido el final de un capítulo, y que más placer me ha proporcionado por todo lo anterior. He visto las dos temporadas de Homeland , y les recomiendo que no la vean si no quieren convertirse en drogode- pendientes sin remisión. Dicho esto, esta columna debería estar dedicada al estreno el martes en Telecinco de El don de Alba , con los muy guapos Patricia Montero y Martín Rivas. Aunque quizá no sea suficiente.

Tengo opinión formada desde hace meses. La vi en el FesTVal de Vitoria. Es la primera producción de Disney y Mediaset juntas. Y me pareció, cómo decirlo, un pastel que se comía con facilidad a veces y otras empalagaba. Pero hay más. Si para apoyar El don de Alba meten la mano no los fantasmas sino los fantasmones Íker Jiménez, Ana Rosa, sí, como suena, y Carmen Porter, esposa del humorista que ve lo que nadie ve, el asunto se pone de un cuesta arriba que no estoy dispuesto a tragar. ¿Entonces? Que viva Gran Reserva de Bambú Producciones.

El último capítulo emitido parecía el fin del mundo, aunque el lunes se verá el primero de tres entregas añadidas. Soberbias actuaciones, tensión desde el primer minuto, magnífica fotografía, cuidadísima iluminación, guión de cinco estrellas, granespectáculo televisivo. Así las cosas, a brindar con buen vino, un gran reserva.