Sugerencia de Josep Roca, restaurante El Celler de Can Roca (Girona). La teoría dominante en Jerez es que la parte importante de la calidad es la crianza en bodega, y el viñedo está en segundo lugar. Pero después de décadas, vuelve a reivindicarse la viña, como veneración a una tradición abandonada de los mejores vinos, que en el siglo XIX llamaban natural sherries para diferenciarlos de los encabezados.

Eran palominos, de los mejores pagos, fermentados en bota, con levadura autóctona, crianza en velo y sin alcohol añadido. Ojeda y Barquín, el Equipo Navazos, tras el exitoso NN del pago Macharnudo (Jerez), proponen La Bota de Vino Blanco MMX Florpower 44 (Sanlúcar), un canto a la inocencia de vinos sin encabezado. Proviene del pago de Miraflores, 8 meses en barrica, crianza en velo durante 32 meses, reposado y sin filtrar. Un vino trascendente, como música de cámara, comedida, ligera, de belleza sutil.

Permite entrar en el detalle de su fruto, de su origen. Nariz intensa, con punce. Huele a manzana, almendra tierna, franchipán, levadura, masa madre, heno seco, jara, tiza. Entrada amable en boca, es un encanto de vida biológica. Acidez viva que recuerda a un savagnin joven del Jura y mantecosidad salina de meursault. Un preludio de contundencia olorosa, delicadeza de espíritu y frescura sabrosa. Su vivacidad y tensión se visten de originalidad como una mezcla de sol y sal, sequedad de nuez tierna y fondo de miel de acacia. Brillante. Es una puerta abierta para que los vinos sanluqueños se codeen con los grandes blancos del mundo como ya decían Columela, Clemente y Boutelou, sabios del terruño.