Uno de los falsos mitos dietéticos más arraigados es el de que lo sano es poco sabroso. Parece que en la mente colectiva se ha instaurado la idea de que placer comestible y salud no pueden ir juntos. Nada más lejos de la verdad. Existen muchísimos platos que cumplen ambos requisitos. Es el caso de la escalivada, plato popular y venerado de la cocina rural catalana. Consiste en asar unas hortalizas (pimento rojo, berenjena y tomate) al horno y después cortarlas y aliñarlas con aceite. La preparación es simple pero el resultado es divino.

Un buen pimiento rojo asado es una delicia pero también una fuente de antioxidantes superior a la de la naranja o el kiwi. El tomate, además de vitaminas, aporta licopeno; y la berenjena, una dosis elevadísima de fibra. Todo ello, con poca energía y sin grasas. O sea, que la escalivada no sólo es un plato sabroso sino un compendio de nutrientes saludable y ligero. Si además se le añaden unas anchoas en aceite, unas tiritas de bacalao o un poco de jamón de bellota, el plato resulta exquisito.

- La escalivada tiene un montón de virtudes, pero no es un plato digestivo, por lo cual es mejor comerlo despacio y nunca en cantidades excesivas.

- Si se pasan los restos de escalivada por la batidora, puede obtenerse una salsa magnífica para aderezar ensaladas, verduras o arroz hervido.

- La escalivada puede ejercer de guarnición sana y ligera de cualquier plato.

- Por su aporte de vitaminas, fibra y antioxidantes, es una opción ideal para las personas poco amantes de la fruta.