Sube progresivamente de nivel hasta alcanzar un grado apasionante, valiéndose sobre todo del soberbio debate que enfrenta a una escritora y filósofa judía con representantes de su pueblo que se atribuyen la ortodoxia en la interpretación de decisivos hechos históricos vinculados con el Holocausto.

También, en segundo plano, de la magnífica interpretación de Barbara Sukowa, galardonada en los premios del cine germano, al igual que lo fue la propia cinta, que se hizo asimismo con la Espiga de Plata en Valladolid.

Es un retrato de Hannah Arendt, pensadora y periodista, exiliada en los Estados Unidos, durante los cuatro años (1961 a 1964) en los que observa, escribe y sobrevive a la recepción de su obra, destinada a la revista New Yorker, sobre el juicio de un criminal de guerra nazi, Adolf Eichmann. La ha dirigido Von Trotta, una de las cineastas más relevantes del cine germano de las últimas décadas, autora de ´Las hermanas alemanas´ y ´Rosa Luxemburgo´.

Fumadora compulsiva, tras asistir al citado juicio en Jerusalén, Hannah se atrevió a escribir sobre el Holocausto en unos términos que nadie había visto antes. Inmediatamente, su obra provoca un escándalo y Arendt se mantuvo firme a pesar de que tanto sus amigos como sus enemigos la critican.

Empeñada en romper con un doloroso pasado, la película pone en evidencia su seductora mezcla de arrogancia y vulnerabilidad, revelando un alma definida y arruinada por el exilio. En aras a reforzar el carácter auténtico de lo que vemos, toda la parte que remite al juicio de Eichmann utiliza las imágenes de televisión que retransmitieron del mismo en directo para todo el mundo.

Aunque efectúa algunas vueltas atrás que muestran detalles de la juventud de la protagonista, que la cineasta consideraba esenciales, y hay incursiones relativamente superficiales en su vida privada, ambos aspectos quedan bastante difuminados por el verdadero meollo de los fotogramas que reivindican, por encima de todo, la actitud contracorriente y lejos del dogmatismo de una mujer que rompió esquemas en el seno de una comunidad que no perdonó sus «desvaríos».