Es difícil encontrar en Tenerife un restaurante con mejores vistas que Las Rocas, en el hotel Jardín Tropical. Se trata de un balcón al océano sobre los acantilados desde el que se divisa La Gomera. Un lugar que atrae tanto a los turistas como a gente de la isla que busca comer o cenar en un emplazamiento privilegiado. Sin embargo, hasta ahora quienes priorizaban el interés gastronómico sobre la belleza del paisaje se inclinaban por El Patio, en el mismo hotel, cuyos fogones maneja el chef canario Lázaro Rodríguez.

Por ello, los propietarios del hotel decidieron, hace unos meses, que este mismo profesional tomara las riendas de Las Rocas, con la intención de subir el listón de una propuesta culinaria centrada en marisco, pescados y arroces. Y en ello están. Por el momento, Lázaro Rodríguez ha creado su propia carta, en la que combina platos con acento canario con otros de distintas influencias -sobre todo, de la cocina italiana y japonesa- con los que quiere adaptarse, sin riesgos, a la diversidad de gustos de los turistas de todo el mundo que los visitan. El próximo paso, previsto para el año que viene, es la remodelación total del comedor, que situará la cocina a la vista y dispondrá de una zona dedicada a coctelería.

Es sabroso el pulpo a la brasa con mojo canario y puré de batata dulce; mejorable el punto de cocción de los langostinos al ajillo con un toque de jerez y cítricos; correcto el tataki de pez mantequilla, acompañado con salsa de soja; tierno y jugoso el enorme chuletón que preparan -casi 600 gramos cortado grueso- como escalope, y en su punto tanto la merluza como el cherne con encebollado canario y papas negras. En la carta siguen teniendo un hueco los arroces, que hasta hace muy poco eran la principal especialidad de la casa, como el caldoso con bogavante o el arroz negro con carabineros, sepias y ajos tiernos.

Dirige la sala con acierto Dani Rivera, un gaditano que creció en Washington y que se confiesa apasionado del surf. Todavía faltan pasos para que este establecimiento se convierta en un referente gastronómico. Pero la intención existe, y el esfuerzo merecerá la pena porque el lugar lo merece.