Sería por las ganas de volver a verlo. Por el nuevo horario. Por la presencia de ese par de invitados de lujo que son Juan Diego y Juanjo Millás. O por todas las razones juntas. La cuestión es que la primera entrega de Atención, obras me gustó mucho más que las anteriores. Decir que se me hizo más llevadera seria como dejar en mal lugar a las emitidas la primera temporada.

Pero he de confesar que así fue. Me gusta ver los programas de televisión en el horario en que se emiten, no en Internet. Y este Atención obras a la caída de la tarde, lejos de esos territorios de las madrugadas donde estaba abonado hasta ahora, resulta mucho más atractivo. El par de Juanes que acudieron al plato a recordar que La lengua madre se acomoda esta temporada en esa joya que es la Sala Pequeña del Español estuvieron cómodos, y nos lo hicieron pasar en grande. Los guionistas del programa, o su director Xavier Obach, tuvieron la buena idea de recuperar fragmentos de las entrevistas de invitados anteriores, gentes de la talla de José María Pou o Emilio Gutiérrez Caba, para que los presentes contrastasen sus opiniones con aquellos. Y el resultado fue una delicia.

Tal vez donde empiezo a perderme, una vez Atención obras entra en materia teatral o literaria, llega cuando de repente me recomiendan una exposición en no sé qué galería o salen a la calle para dejar que escuchemos la canción en directo de una cantante de moda. Pero se ve que Natalia Laforcade me dejo tan con la boca abierta que ni me entere que habían salido del plato, ese que a mí me gustaría que no abandonaran nunca. Machús Osinaga charlando con Gerardo Vera hizo el resto para que me sintiera inmensamente feliz. Bienvenidos.