Esta semana, al fin, TVE se remangó y empezó a tomar decisiones radicales. Ya era hora. Era un clamor. La situación era insostenible. Este comentarista era uno más de los colegas que hacían leña de ese árbol decadente, uno más entre millones de espectadores que también se unían para echar unas risas en las redes sociales a cuenta de un espacio caduco, al margen de la realidad, embobado en sus contenidos trasnochados, con baja audiencia por su evidente falta de interés, y con una presentadora que despierta rechazos a cascoporro por más que la señora levante al cielo tetas y barbilla y justifique su inepta labor diciendo que al ser una celebridad hay que asumir que la gente magnifique lo que dicha eminencia haga, diga, calle, piense, excrete, expele, supure, o defeque.

¿Han caído ya? TVE ha reaccionado al fin. ¿Eliminando La mañana de La 1? ¿A Mariló Montero? Paparruchas. Cambiando de plató, remozando decorados, y contando para las decisiones importantes con un nuevo productor ejecutivo, nada menos que Paolo Nocetti. ¿Quién?, dirá usted. En la tele muchas veces se conoce a la gente no por su nombre sino por su obra.

Este Paolo -como si no bastara con Vasile- fue directivo de Magnolia, productora que firma cumbres televisivas como Gandía Shore, Mujeres y hombres y viceversa, o Supervivientes, nombres que cualquier espectador relaciona sin dudar con la televisión de más nivel y calidad. Toma y toma. Pues con la llegada de este Mr. Marshall catódico a la televisión pública, a La mañana de La1, que tiemble Susana Grisso, que se vaya acostumbrando Ana Rosa a los arañazos de gata de Mariló, que se tirará sin piedad a la corona sobre el cardado de la pavisosa para lucirlo ella. Así se hace. Viva.