Veamos qué tal anda de cultura televisiva. Si le digo Carmen Gahona, ¿sabe de quién le hablo, podría decir unas frases sobre esta mujer, sería capaz de situarla, es Carmen de un partido nuevo, es una cantante, un actriz secundaria de teleseries, no tiene ni idea de dónde ni por qué ni cuándo ni cómo nació la señora para el mundo del entretenimiento?

Si le hablo de Noel, Noel Bayarri , ¿sabe de quién hablo, podría hilvanar unas cuantas ideas sobre su currículo, acertaría a razonar su presencia en la tele, es jugador de fútbol, quedó el primero en su promoción de jóvenes científicos, acaba de publicar su primer poemario?

Si le digo Lucía, Lucía Parreño, ¿sabe de quién le hablo, es una diseñadora joven que reivindica el reciclaje telar para combatir de forma activa el cambio climático, quizá una líder estudiantil que ve en el ministro Wert el brazo político del catolicismo? Sigamos, y abreviemos.

Si le hablo de Christopher, Lola, Elisa, Rubén, Labrador, o Arantxa, así, a pelo, ¿sabe de quién les hablo, son un grupo musical que versiona las mejores canciones del gran Otis Redding, son jóvenes emigrantes españoles en London que han unido sus miserias para estampárselas a Rajoy en su puta salida de la crisis?

Si ha dicho no a todo, adelante, ánimo, ni se apure, siga en su bendita ignorancia, activa ignorancia de quien no es cómplice de la peor televisión del mercado, esa que eleva a categoría de modelo a borricos que suelen presentarse como el tal Noel, «yo soy yo, y mi testosterona. Contrataciones...» y da un número de teléfono para que las discotecas lo contraten. Si por el contrario usted ha dicho sí a todo, sí que conoce a esta banda, y sabe que con otros maduritos son los Supervivientes, me desalma, no sé qué decirle…