Digerir los alimentos es un proceso fisiológico que en personas sanas no debería dar problemas. Sin embargo, la pesadez, la hinchazón abdominal o el ardor aparecen con más frecuencia de la deseable. Ahora que entramos en una época gastronómica densa, vale la pena recordar normas básicas para digerir.

Comer despacio y en un ambiente relajado es fundamental. Con frecuencia olvidamos que la digestión empieza en la boca, en la que la masticación y la saliva empiezan ya a digerir los alimentos. Evitar los excesos de vegetales crudos, aunque parezca sorprendente, es otro buen consejo. La fibra de los vegetales se degrada en el colon y produce gas. De ahí que a muchas personas las grandes ensaladas les resulten indigestas.

Lo mismo se puede decir de los suplementos de fibra, aunque puedan tener sus efectos positivos. Un exceso de fritos, guisos, salsas y similares también puede producir una digestión complicada y lenta. Incluso con el mejor aceite de oliva.La temperatura de los platos es otro punto que a menudo se olvida

. Un plato o una sopa demasiado caliente no ayudan a tener una buena digestión. Lo mismo se puede decir de las temperaturas muy bajas.

Las bebidas alcohólicas, por su parte, son armas de doble filo. Dosis discretas de vino o discretísimas de algún destilado pueden ayudar a tener una buena digestión. Cuando la dosis es excesiva, el efecto es el contrario.

Lo mismo pasa con el café. Y no hay que olvidar que el dulce enlentece el vaciado gástrico. Un paseo tranquilo puede venir bien con el estómago lleno. Un paseo demasiado rápido puede ser nefasto. Y un último recordatorio: a más edad, peor digestión.