Los creadores de Las chicas del cable se inspiran en esta ocasión en los españoles que estuvieron encarcelados en campos de concentración y en sus verdugos que terminaron refugiados en España en un thriller ambientado en la década de los años 60.

Las historias de nazis suelen funcionar bien en Netflix, así que Ramón Campos y Gema R. Neira (directivos de Bambú, la productora de Velvet, Fariña y Las chicas del cable) decidieron buscar alguna trama que estuviera relacionada con el Tercer Reich para plantearle a la plataforma.

Recabando información para su proyecto, descubrieron que hubo muchos españoles que estuvieron encerrados en campos de concentración que, cuando fueron liberados al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se convirtieron en apátridas porque el franquismo no se interesó por ellos. Ese hilo les sirvió para desarrollar Jaguar, serie que emite el gigante del streaming y en la que Blanca Suárez ejerce de cazanazis.

«Todos los países fueron a buscar a sus compatriotas a los campos de concentración, salvo España, que los abandonó a su suerte. A partir de ahí nos imaginamos cómo habría sido la vida de esa gente y qué habrían hecho si descubrieran que uno de los nazis que tuvo que ver con su presidio entraba en España», explica Campos sobre esta serie ambientada en la España de los años 60 que combina drama y acción y en la que la protagonista de Las chicas del cable vive traumatizada por su pasado.

«El motor que mueve a Isabel es la venganza», afirma Suárez sobre su personaje, una mujer que siendo niña vio cómo mataban a su padre en Mauthausen que se libró de la muerte sirviendo como criada en casa del comandante del campo de concentración. Desde su liberación, su obsesión será ajustar cuentas con el hombre que le arruinó la vida (Stefan Weinert), a quien tiene en el punto de mira hasta que un grupo de supervivientes del Holocausto se cruce en su camino para reclutarla y hacerle ver que puede redimirse de otra manera. «Hacen que comprenda que no está sola, que hay más gente que entiende su dolor porque ha vivido lo mismo que ella y que la justicia es un camino mejor que la venganza», señala la actriz, que se enfrenta a un papel cargado de acción, con peleas, persecuciones, disparos y explosiones.

El singular equipo de cazanazis lo completan otras víctimas del Tercer Reich como Marsé (Francesc Garrido), un sacerdote que perdió la fe durante en el transcurso de su duro encarcelamiento con los nazis; Castro (Óscar Casas), hijo de un preso en Buchenwald; Sordo (Adrián Lastra), que es mudo, y Lucena (Iván Marcos), su enigmático líder.

«Una de las características principales de mi personaje es que usa la introspección para distanciarse de todos los sufrimientos que ha vivido y conseguir pasar por encima de sus propias emociones para entregarse completamente a la meta de llevar a los nazis ante la justicia», explica el actor que capitanea el grupo.

La primera misión del equipo junto a Isabel será interceptar a Aribert Heim (Jochen Horst) a su paso por España, un personaje real conocido como Doctor Muerte por sus temibles experimentos con los presos de Mauthausen y del que se perdió la pista tras la caída de Hitler. «Se sabe que huyó de Alemania, pero no cómo terminó su vida. Hay quien dice que algunos expresidiarios le dieron caza y le asesinaron, una historia en la que nosotros nos inspiramos», comenta Campos.

No es el único elemento con base histórica que aparece en Jaguar. «El contexto y otros personajes que aparecen lo son. Los únicos que no son reales son nuestros protagonistas», asegura Neira, que alude a los cerca de 10.000 españoles que acabaron en los campos de concentración alemanes y de los más de 40.000 nazis que se establecieron en el país tras la Segunda Guerra Mundial protegidos por el régimen de Franco o que lo usaron como punto de partida para su huida. «Pero están inspirados en historias reales de presos de los campos de concentración», puntualiza Campos.

«Hemos visto muchas entrevistas de gente que estuvo allí y las características de cada uno de nuestros personajes, sus heridas, sus cicatrices y las manías que les quedaron están inspiradas en ellos», añade. «Teníamos claro que debíamos tener un respeto reverencial a las víctimas del Holocausto y que no íbamos a hacer ficción sobre él. Por eso no recreamos nada que no haya pasado allí», incide el productor, distanciándose de otra ficción como Hunters, la serie de Amazon Prime en la que Al Pacino ejercía también como cazanazis.

Esa convicción de que Jaguar, aunque narrara una historia inventada tenía que tener mucha verdad detrás, les obligó a que la protagonista no estuviera recluida en Mauthausen, donde no había mujeres, sino en la casa del comandante del campo. Según Campos, eso les proporcionaba, además, «una visión distinta del Holocausto, desde fuera, desde la mirada de una niña que se está imaginando lo que está sucediendo allí dentro pero no lo ve». Una mirada que puede alargarse mucho más allá de los seis capítulos de esta primera temporada. «Hay una parte de la historia que se cierra en esta tanda de episodios, pero la serie tiene vocación de continuidad», concluye Neira.