¿Ha decidido colgar los hábitos definitivamente?

He decidido realmente dejar un poco lo que son los grandes proyectos de mucho tiempo, como los musicales. Es el género que más me gusta, definitivamente, pero también es un género que te exige mucha dedicación, bloquear una parte de tu vida y dedicarla a ello, tienes que cantar todos los días y no puedes fallar. Entonces, hay una dinámica muy disciplinada, muy estructurada, que a veces me oprime un poco, lo que pasa es que evidentemente luego salgo al escenario y hago todas esas cosas que hago y todo eso que me permito hacer y pienso que me gusta más este mundo que el otro.

¿Podría definir este aspecto que menciona?

Los musicales te permiten ser tú a través de un personaje, te permites jugar, creo que es la palabra perfecta y los ingleses lo han definido muy bien, es jugar, porque tú estas jugando ahí. De algún modo recuperas esa parte de la infancia que te permite dar un salto cuántico en cuanto a las situaciones, te permites el lujo de hacer cosas que en la vida real no puedes hacer, como esas transiciones brutales por las que puedes ser una criatura ordinaria y tiznada en un momento y al instante ser una princesa. El cantante es algo distinto, comparte el público, además canta de frente, pero el actor no les puede hablar, pero tienes a tus compañeros de reparto y se establece una comunión colectiva sobre el escenario.

Entonces su idea es evadirse de los espectáculos masivos.

Sí, haré algún tipo de concierto o algo que esté a caballo entre el teatro y el concierto en pequeños circuitos, pero sinceramente aún no sé lo que voy a hacer. Tampoco me preocupa demasiado, creo que en esta etapa de mi vida el futuro es lo que menos me tiene que preocupar.

¿Cómo valora la gira de 'My fair Lady' hasta ahora?

Aquí estamos teniendo una respuesta fantástica, el teatro está con muchísima gente, terminan de pie aplaudiendo, nos hacen saludar varias veces. Es curioso, porque es una obra que está conmoviendo, y Bernard Shaw es el gran cínico, pero se mueven muchas emociones en esta obra, hay un gran trabajo de personajes y de texto. Creo que la obra tiene un soporte literario muy bueno, lo que hace que todo lo demás tenga sentido. Es un musical atípico porque nace de una obra de teatro, sin la música funciona exactamente igual que con la música, que le va añadiendo y creando espacios distintos. Todos los personajes son tan bonitos, están tan bien dibujados, tan profundamente diseñados, y son como un gran abanico social. La gente está viendo con la obra muchas cosas que puede ver ahora mismo en su entorno inmediato o lejano, que se definen por la lucha de la inteligencia emocional contra la inteligencia racional.

¿Es ese un mensaje universal?

Bueno, a veces resulta que la razón no funciona, lo estamos viendo todos los días, entonces vamos a recuperar la emoción, esa inteligencia que nos hizo llegar hasta aquí después de millones de años.

¿Qué tal fueron sus experiencias pasadas en Canarias?

Hice varios conciertos aquí, hacía bastante que no venía, la verdad, en conciertos más grandes, de verano, de todas formas, el teatro es mi espacio natural. Me gustan mucho los conciertos al aire libre, o los masivos, los he hecho y es una energía distinta y potente. Pero el teatro es precioso, es un trabajo donde puedes bordar, puedes permitirte el lujo de dar puntadas grandes y pequeñas y este teatro tiene una acústica impresionante. Después de cantar allí, oyes tu voz natural y luego es muy acogedor, porque los teatros a la italiana tienen esa circularidad que es tan positiva. Estábamos inquietos por cuál iba a ser el resultado y al ver el primer día la respuesta de la gente suspiramos de alivio, tenemos un producto precioso.

Canarias se ha perfilado como receptora de grandes estrenos, ¿Cómo ha sido la respuesta del público?

Ayer he estado por la calle y hay cantidad de gente que se me acerca y me dice que me ha ido a ver, o que se lo está recomendando a todo el mundo. Es estupendo ver cómo la gente disfruta, cómo le gusta y cómo te agradece que traigas la obra. Estamos apostando por la calidad y creo que es algo que debemos de intentar recuperar en nuestro país, y sanear un poco la expectativa en cuanto a buscar cosas que tengan un perfil alto.

¿En qué ha cambiado este espectáculo del que hizo en 2001?

Creo que esta es una versión muy vigente, en cuanto a que se han utilizado nuevas tecnologías, quiero decir que hacer una gira era complicado, porque si te acostumbras a un escenario fijo, con unos grandes decorados corpóreos, luego parece que al llevar esa escenografía en gira se va a deteriorar, como si variara su dimensión y a veces parece que es menos. Ahora es como un mecano que se adapta a través de módulos a los espacios. Hay unos corpóreos estupendos como la biblioteca y otros elementos que están muy bien mezclados, es mucho más dinámica la gira. Por otra parte las proyecciones le dan una dinámica fuerte, hay un momento en el que el un personaje va por un puente y se proyecta toda la ciudad como si estuviera pasando por ella. El texto, aunque se ha respetado completamente, lo encuentro más ágil a la hora de manejarlo y de crear las escenas dramáticas, y a pesar de que la otra fue un éxito tremendo creo que por todo esto funciona mejor.

¿Ayuda mucho un director como Jaime Azpilicueta?

Sí, él me inventó en el teatro, el es mi padre escénico. Yo hice con él Evita e hice un papel que todo el mundo decía que era una maravilla, y él me ayudó a crear ese personaje minuto a minuto. Eliza Doolittle es uno de los grandes personajes femeninos de todos los tiempos para una actriz, tiene muchísimo texto, tiene el problema de que tienes que cantar con una tesitura incluso de soprano, porque son temas muy líricos, pero realmente cantas poco y hablas muchísimo. Así necesitas una cantante, que también pueda convencer de que es bruta, de que es divertida , de que está triste y todo ese trabajo es gracias a Jaime. La primera vez que yo me enfrenté con el personaje no había hecho prácticamente teatro, me cogió y empezó a dibujarlo conmigo. Ahora al retomarlo me ha dicho que el personaje ha crecido dentro de mí durante estos años, y es que yo también he crecido como persona y eso se nota mucho.

¿Asimila parte del alma de los personajes en cada papel?

Claro y además, con el tiempo vas perdiendo el miedo, siendo cada vez más tú, así que te enfrentas a un personaje de carne y hueso con el que podrías identificarte de principio a fin, vas con todo tu equipaje al escenario y sin muletas. Yo la defiendo, me lo creo porque estoy de acuerdo con ella. Con el tiempo va ganando el personaje, la seguridad, no tener miedo al qué dirán y los prejuicios.

¿Es siempre posible esa empatía con el personaje?

Ayer lo hablaba con Joan Crosas (intérprete del personaje del Señor Doolittle), y le comentaba que no soy una actriz pura, soy más bien un híbrido, una cantante, actriz, una mezcla de todo, y le decía que admiro a los actores puros porque defienden personajes indefendibles. Por ejemplo, Evita, que era un personaje tremendo, lo que hice fue pasarla un poco por mí, la dulcifiqué, la humanicé para tratar de identificarme más con ella, a veces son personajes que van en contra.

Nada que ver con el cariz de la Evita interpretada por Madonna.

A mí me pareció que estaba muy mediatizada, ella estaba mediatizada por Oliver Stone (quien iba a dirigir el filme en un principio). Para empezar no sé porque le pusieron las lentillas, porqué ella tiene mucha expresividad. Recuerdo que estuve en Londres cuando hicieron la prueba de la película con Ken Russell, yo llevaba una prótesis de nariz puesta, y Russell me dijo "no te pongas la nariz". Yo me la quité e hice la prueba tal cual, y él entusiasmado. Cuando llegué a Madrid juré que no me ponía más la prótesis, el actor tiene que tener la capacidad de responder de lo que sea. Me gustó la película, pero el problema es que el primer plano era el Che, en la película, más potenciado que ella como personaje, en el teatro no existe ese recurso, los actores ocupan el escenario y no hay primeros planos.

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