Tras el éxito cosechado en su primer concierto ante el público del Festival de Música de Canarias, la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria ofrece su segundo programa este viernes 6 de febrero en el Auditorio Alfredo Kraus, esta vez dirigida por su titular Pedro Halffter. Para su segunda audición han seleccionado un programa que integra el Concierto para violín 'El violín rojo' de Corigliano, para cuya ejecución contarán con la participación como solista de Lara St. John. Completa la sesión el 'Tannhäuser Sinfónico' de Wagner, con arreglos de Pedro Halffter, estreno en España.

A pesar de tratarse de uno de los nombres fundamentales del panorama musical norteamericano, John Corigliano no es excesivamente conocido. Este compositor de ascendencia italiana nació en Nueva York el 16 de febrero de 1938, en el seno de una familia de tradición musical. La mayor parte de su producción es para gran orquesta sinfónica, y emplea una amplia gama de estilos para que su trabajo alcance a la mayor audiencia posible. En ella destacan tres sinfonías (la segunda de las cuales ganó un premio Pulitzer) y la ópera 'The Ghosts of Versailles' ('Los Fantasmas de Versalles'), estrenada en el Metropolitan de Nueva York en 1991.

Su música para la película canadiense 'The Red Violin' ('El violín rojo'), de 1988, ganó un Oscar a la mejor banda sonora. La obra fue estrenada, ya en forma de concierto, el 19 de septiembre de 2003 por Joshua Bell y la Orquesta Sinfónica de Baltimore al mando de Marin Alsop. Pero lo que galvanizó sus energías fue, sin duda, el filme de Francois Girard, cuyo argumento recoge tres siglos en la vida de un instrumento magnífico pero hechizado, en sus viajes por el espacio y el tiempo.

Para ello era necesario encontrar una única idea musical que uniera todos los episodios. Con este fin empleó una chacona barroca, una serie repetida de acordes sobre la que se construye todo el esquema armónico. A éste contrapuso el tema de Anna, una melodía lírica pero intensa que representaba a la abnegada esposa del constructor del violín. Luego, a partir de estos elementos, tejió una serie de estudios virtuosísticos para violín solo, que seguirían al instrumento a través de los siglos y los países. Corigliano compuso estos elementos antes que la película, porque los actores necesitaban la música para sincronizarse con el violín.

En el verano de 1997, mientras la cinta estaba proyectándose en todo el mundo, Corigliano escribió, a partir de estos elementos, una chacona para violín y orquesta, a la que posteriormente se añadieron otros tres movimientos para configurar un concierto para violín en toda regla, y conectados con el anterior de diferentes maneras.