El cielo nocturno de Fuerteventura se ha convertido en la tercera Reserva Starlight de Canarias después de que la fundación que vela por los mejores lugares para contemplar las estrellas sin contaminación lumínica haya reconocido sus "excepcionales" condiciones.

Tras la aprobación de la declaración Starlight y el lanzamiento de la iniciativa en La Palma en 2007, la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura fue uno de los primeros lugares de la Unesco que apostaron por este movimiento, centrado en la defensa del cielo nocturno. Ese compromiso llevó a la isla a elaborar "una ambiciosa" estrategia para sentar las bases de la futura Reserva Starlight en el marco del plan de Acción de la Reserva de la Biosfera. Tras un proceso de mediciones, auditorías y redacción de memorias, Fuerteventura es junto a La Palma y el volcán del Teide, en Tenerife, la nueva Reserva Starlight de Canarias.

La ausencia de contaminación lumínica, la nitidez, disponibilidad de períodos importantes de tiempo no nublado, las combinaciones "únicas" de paisajes terrestres y del cielo estrellado o el patrimonio cultural relacionado con la astronomía han servido como argumentos para fundamentar esta distinción. El gerente de la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura, Tony Gallardo, lleva años trabajando para que se reconozca la importancia del cielo majorero. A su juicio, Fuerteventura presenta unas condiciones "excepcionales" que permiten que "la observación del firmamento se pueda disfrutar tanto con el ojo desnudo como con instrumentos más o menos sofisticados al tener lugares poco contaminados con luz artificial y una nubosidad escasa".

La consejera de Medio Ambiente del Cabildo majorero, Natalia Évora, explica a Efe cómo desde la institución insular se ha trabajado estos años en distintos aspectos encaminados a la protección del cielo nocturno, como el cambio de luminarias, campañas de concienciación o cursos de astronomía. Una de las grandes beneficiadas de los esfuerzos del Cabildo por proteger el cielo nocturno ha sido la pardela cenicienta, que ha visto cómo la isla se quedaba casi a oscuras durante el periodo de cría para evitar que los pollos se desorientaran durante los primeros vuelos por la luz de las farolas y utilizaran como única guía la luz de la luna.

Desde la iniciativa Starlight, asociada a la Unesco, insisten en que el compromiso de una reserva se extiende a los valores naturales y culturales asociados a la contemplación del firmamento e incluye la preservación de hábitats y especies como la pardela, que necesitan de cielos limpios. El coordinador de la Iniciativa Starlight, Cipriano Marín, ha sido testigo durante estos años de los trabajos que desde Fuerteventura se han hecho para conseguir el certificado, una distinción que próximamente será entregada oficialmente al Cabildo. Para Marín, este certificado "constituye un compromiso permanente a la hora de preservar la calidad del cielo nocturno en las áreas seleccionadas frente a factores degradantes como la contaminación lumínica".

La Reserva Starlight de Fuerteventura tiene una zona núcleo donde las condiciones de calidad del cielo son "excelentes" y que se extiende a lo largo de la costa de Barlovento, desde el arco de Cofete, las zonas a resguardo del Parque Rural de Betancuria, hasta un amplio espacio en la costa del Jarubio, además de zonas inalteradas como Cuchillos de Vigán. Marín explica que esta zona está delimitada por una zona de amortiguamiento, donde "se extreman las precauciones para evitar cualquier acción de iluminación responsable que afecte a la zona núcleo". El resto de la isla es zona de transición, "donde se debe avanzar a medio plazo hacia un modelo de iluminación exterior responsable e inteligente", añade.

La Reserva Starlight permitirá a la isla tener un sello turístico más que ofrecer a los visitantes, sobre todo a los aficionados a la astronomía, que encontrarán en enclaves de la costa de Barlovento como Cofete, Los Molinos, Paso Chico en Tindaya o Tefía -donde se encuentra el observatorio Astronómico de Fuerteventura-, enclaves desde los que contemplar la Vía Láctea en su plenitud. El mismo cielo nocturno que ahora persigue adeptos entre los casi dos millones de turistas que visitan al año la isla fue también un importante reclamo durante la prehistoria majorera. Sus antiguos pobladores -los majos- encontraron en el cielo a sus deidades y en lugares como la Montaña de Tindaya y sus podomorfos espacios míticos relacionados con la astronomía.

Ahora Tindaya y su cielo buscan reencontrarse con aquellos que visitan la montaña a través de un proyecto que intenta llevar a cabo un sendero "más cuidadoso" con el medio y poder así "recuperar las visitas nocturnas guiadas por la montaña", señala Natalia Évora. La propuesta del nuevo sendero por Tindaya se uniría a la creación de futuros balcones astronómicos, repartidos por la red de senderos de la isla, desde los que poder contemplar las estrellas. A la espera de turistas aficionados a la astronomía, Fuerteventura presume del interés que despierta su cielo entre la comunidad científica auspiciado por la creación de observatorios como el de Tefía o el de La Corte, en Antigua, el primero de la isla en ser incluido en la red internacional de observatorios del Minor Planter Center (EEUU) de la Unión Astronómica Internacional.