El camello canario o 'tacho', el tractor del campo isleño, llegó flotando, remolcado, tras la conquista de las islas de Lanzarote y Fuerteventura. En los siglos siguientes se extendió por todo el archipiélago, donde modificó su fisonomía como fuerza de trabajo en el campo isleño. Desde hace cerca de 40 años permanece aislado y sin mezcla, ya que por motivos sanitarios la importación de dromedarios africanos está prohibida.

Tras la conquista de las islas de Lanzarote y Fuerteventura apenas comenzado el siglo XV, dieron comienzo las expediciones a Berbería a realizar las cabalgadas que darían como fruto la captura de esclavos... y dromedarios, el camello de una sola joroba. La inestabilidad de las pequeñas embarcaciones que realizaban esas travesías y la relativamente corta distancia desde la costa sahariana (apenas 95 km a Fuerteventura) hicieron que el transporte de los animales tuviera que hacerse ¡remolcándolos!

"Esto era gracias a la flotabilidad que le confieren sus estómagos al actuar como bolsas de aire; también gracias a la capacidad que tienen de cerrar herméticamente las fosas nasales, lo que impedía que se ahogaran", explica el veterinario Francisco Fabelo.

"Muchas veces no llegaban sino el cuero y los huesos si aparecía algún janequín, un tiburón o una sarda, que se lo merendaban -según el investigador y escritor Andrés Rodríguez Berriel-. Desde que le hacían un poco de sangre llamaba a otros y terminaban con él. Hasta que empiezan a aparecer barcos más grandes, los pailebots y todos esos, con el sistema de la maquinilla, que con la pluma lo arriaban y lo dejaban en la bodega o sobre cubierta".

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