Un programa de tres coreografías, que componen un espectáculo de danza para todo tipo de públicos y para disfrutar de la danza contemporánea en todo su esplendor. Esclavos felices - Martin Harriague, 10 minutos frenéticos, llenos de movimiento y de ironía. Thirty - Sade Mamedova, una creación plena de poesía y de delicadeza, en una coreografía de 15 minutos que combina emoción y abstracción. Walls - Martin Harriague, de nuevo el talento desbordante de Harriague, esta vez en una pieza de 35 minutos, potente y rotunda. Una reflexiónsobre el mundo y la sociedad actual.

Esclavos felices - Martin Harriague

El creador vasco-francés Martin Harriague firmó Los Esclavos Felices en enero de 2018, realizando una creación coreográfica basada en la obertura de la primera ópera del compositor vasco Juan Crisóstomo de Arriaga (Bilbao, 1806 - París, 1826). Harriague creó esta pieza con la colaboración de 35 músicos de la Joven Orquesta de Euskal Herria (E.G.O.) cuestionando los movimientos que debía ejecutar cada bailarín/a y relacionándolos con el grupo.

El resultado es una obra con una estética vistosa y cómplice, frenética en el ritmo y cargada de sutiles dosis de humor e ironía, invitándonos a reflexionar sobre el tiempo que nos toca vivir: esclavos/as de lo frenético y... ¿felices?

Thirty - Sade Mamedova

Sade Mamedova, una joven coreógrafa rusa, fue seleccionada entre los coreógrafos participantes en el Concurso de Hannover 2018 (Alemania) por Adriana Pous, la directora artística de Dantzaz, para realizar su primera coreografía para grupo. En una residencia de un mes de duración, que culminó en febrero de 2020, trabajó con los bailarines de Dantzaz sobre las migraciones humanas y la identidad, combinadas con la abstracción de Kandinsky, desarrollando un lenguaje coreográfico dinámico y rico, lleno de matices, que cuenta además con la creación musical original para esta pieza realizada por el compositor Mateo Lugo.

Walls - Martin Harriague

Martin Harriague vuelve a DANTZAZ, esta vez para crear una pieza de mayor duración, inspirada en la relación de la humanidad con los muros: el hormigón y el alambre de púas son productos de moda en nuestros días.

Harriague trabajó durante cinco años en una compañía en Israel y pudo vivir en primera persona cómo el mundo se cierra erigiendo murallas. El muro que nos muestra Harriague articula el espacio lo divide, rompe el paisaje y humilla a las personas. La libertad y la fluidez del movimiento chocan con la dureza de la piedra, revelando toda la violencia física y simbólica del muro. Pero incluso detrás de ocho metros de hormigón no hay resignación. El juego, el humor y la exaltación que da lamed de libertad nos salvan de la desesperación.