Los días se han hecho larguísimos y nuestro equino sigue pastando despreocupadamente en la Biblioteca Insular.
Toda la literatura que come, la oraliza. Rumia prosa, poesía, álbumes ilustrados. Y como no hay verano sin San Juan, ni luz sin sombra, hemos dedicado la contada veraniega a ellas, nuestras inevitables acompañantes.
Esta vez sólo habrá dos narradores sobre el entarimado a solas con algunas sombras: la que recuperó Kalfuelemu, la que recortó aquel bendito sastre, la que embelesó a su ama, o la sombra en la que titilan las estrellas.