La exposición El embrujo del agua reflexiona sobre la importancia y la huella que el acceso y explotación del agua en Canarias ha dejado en su naturaleza y en su paisaje. Las imágenes de las distintas infraestructuras para el embalsamamiento, extracción, distribución y aprovechamiento del agua se funden con otras donde se muestra como las nubes cargadas de humedad vierten su contenido en forma de precipitaciones sobre distintos ecosistemas del territorio y como estos caudales fluyen dotando de vida a la piel de las islas.

El celaje isleño, limpio y puro, cada noche nos abre su ventana a la inmensidad desde la cúspide de La Palma. Luego, con las luces del alba, el pico Teide se despereza y adorna su figura con los primeros rayos del sol. Después saludará al viento que antaño hizo mover las aspas de los molinos de Fuerteventura y que hoy se hace tangible en las formas caprichosas con las que Eolo modela la Sabina herreña. Al viento le acompañan las nubes que son ordeñadas por el misterio del árbol Garoé y se convierten en el maná divino que atesoran las presas de Gran Canaria para calmar nuestra sed y regar nuestros campos. Y mientras, los incansables gomeros aterrazan sus barrancos en busca de un lugar para sembrar sus cultivos, el campesino lanzaroteño pacta una tregua con el fuego de Timanfaya para acunar sus vides entre las rocas calcinadas de La Geria.

Canarias es un crisol de oportunidades que nos brinda la naturaleza y aprovecharlas es una obligación que contraemos con el porvenir. Esta y no otra es la reflexión que se pretende impulsar con esta exposición.

El proyecto expositivo lo forman 50 imágenes fotográficas acompañados de diverso material narrativo, audiovisual y charlas explicativas con visitas guiadas.

Las fotografías se agrupan en torno a unidades temáticas llamadas "estaciones" que resaltan la figura de algún territorio acotado o de una determinada manifestación natural o arquitectónica relacionada con el agua. Todas las series contienen un panel informativo de los valores que se destacan.

El número de fotografías que se incluyen en cada estación oscila entre tres y cinco, aparte del panel informativo, para adaptar la extensión de la muestra a los tamaños de las salas procurando así la mayor versatilidad de la exposición.