Este es mi funeral. Nadie llora, nadie da el pésame, nadie lo recibe. Nadie, y cuando digo nadie es nadie, ha venido a despedirse. Ni siquiera alguien que venga a insultarme, o algún hijo que quiera ser reconocido legalmente, o una persona a la que le deba dinero… Nada. Yo, solo en la caja, hasta que vengan a retirar mi cuerpo para enterrarme dos metros bajo tierra. ¿Será un presagio? ¿Tal vez un castigo de los dioses?

No lo sé, pero me aterra…

Texto teatral seleccionado en la convocatoria del laboratorio de escritura teatral Canarias Escribe Teatro 2018

+ 14 años