El 14 de febrero de 1990, la sonda Voyager 1 capturó una fotografía de la Tierra que pasaría a la Historia. Era la última toma antes de que la cámara del satélite fuera apagada. A punto de abandonar el Sistema Solar, a 6.000 millones de kilómetros, la sonda obtuvo una última instantánea de nuestro planeta gracias a la insistencia del astrónomo y divulgador Carl Sagan. La imagen muestra la Tierra como un punto de luz casi imperceptible suspendido en un rayo del Sol. El estremecimiento que Sagan sintió al ver esta imagen lo manifestó con una reflexión que sigue resonando en cada uno de nosotros.

"Un punto azul" Música por la Humanidad. Concierto benéfico a favor de ACNUR, emergencia en Ucrania

“Mira ese punto. Eso es aquí. Ese es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. Quizás no hay mejor demostración de la soberbia humana que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, (esta imagen) subraya nuestra responsabilidad en tratarnos más amablemente los unos a los otros y de preservar y apreciar el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido.”

La música es un lenguaje universal cuya naturaleza es cordial, no entiende de fronteras y es capaz de derribar muros y construir lazos. El recuerdo de las palabras de Carl Sagan, más aún en un momento tan convulso como en el que vivimos, pone nuevamente de manifiesto la necesidad de la música como lenguaje de unión, la necesidad de la Música por la Humanidad.

Un punto azul tiene una doble vertiente: una más introspectiva y otra llena de vitalidad y alegría. Comienza su viaje a través de la música de Arvo Pärt que, mediante su Cantus in memoriam Benjamin Britten, nos recuerda que todos venimos del silencio y volvemos al silencio; nos recuerda que antes de nacer y después de morir estamos en silencio con respecto a este mundo.

Esta imponente obra, escrita para orquesta de cuerdas y campana, sirve de preámbulo de Mira ese punto. Eso es aquí, obra de estreno del compositor grancanario Octavio Suárez, La obra, dividida en tres movimientos, nace a raíz de un encargo de la Orquesta Comunitaria y pretende reflejar la autodestrucción del ser humano. Fue compuesta durante la invasión de Rusia a Ucrania. El primer movimiento transmite el empeño de la autodestrucción a la vez que se contrapone un canto a la paz. El segundo movimiento plasma el lamento y arrepentimiento del ser humano mientras que, el tercer movimiento, muestra la esperanza de que la humanidad consiga una convivencia plena.

Lauriers, de Camille Saint-Saëns, es todo un despliegue de triunfalismo. Escrita para celebrar la victoria aliada en la Primera Guerra Mundial, las fanfarrias de trompetas dan paso a un poderoso discurso del órgano solista que domina toda la partitura.

El cierre del concierto está repleto de ritmo y color, con obras de los compositores latinoamericanos Óscar Lorenzo Fernández y José Pablo Moncayo. A ritmo de Batuque y Huapango, la OCGC celebra su primer aniversario sobre los escenarios.

La OCGC es una orquesta de todos y para todos, siendo uno de sus ejes vertebradores la ayuda a la comunidad. En este caso, la recaudación del concierto irá destinada a ACNUR, Emergencia en Ucrania. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es el organismo de las Naciones Unidas encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos y promover soluciones duraderas a su situación, mediante el reasentamiento voluntario. Tiene su sede en Ginebra (Suiza) y más de 250 oficinas repartidas por todo el mundo. El derecho al asilo y refugio está contemplado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Se le ha concedido el Premio Nobel de la Paz en dos ocasiones, en los años 1954 y 1981, así como el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1991