El maestro del cine para sufrir, el mexicano Alejandro González Iñárritu, en plena crisis de los 50 se dio cuenta de que "la única manera de sobrevivir es reirse de uno mismo" y el resultado fue su primera comedia, "Birdman", un puzzle de egos desatados que cerró hoy el Festival de Cine de Nueva York.

Tras inaugurar la última Mostra de Venecia, este filme, cuyo título completo es "Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia", fue aplaudido en la ciudad de los rascacielos por su arriesgada propuesta formal (es un plano secuencia de casi dos horas) y su delirante e hiriente contenido alrededor de la autoproclamación-flagelación del creador.

"Durante la creación, mi ego juega un papel inquisidor, tirano, un dictador. Me dice que soy un genio y, a los veinte minutos, que soy una mierda", aseguró el realizador de cintas como "Amores perros" o "Babel" al presentar la cinta en el certamen neoyorquino.

Para crear personajes tan cercanos a sus miserias, que reflejen esa "estúpida idea de trascender", el director otrora solemne toma el camino, para él nuevo, del humor.

"Solo cambia la perspectiva, pero el dramatismo está ahí. Esta historia es increíblemente trágica y hermosamente divertida. No es un humor ni irónico ni cínico, algo que inunda nuestra sociedad y no me gusta. Es simplemente humor", argumentó.

Efectivamente, "Birdman" es la desasosegante caricatura de una estrella acabada del cine de superhéroes que quiere resurgir dirigiendo, escribiendo y protagonizando una obra de Broadway basada en el relato corto de Raymond Carver "De qué hablamos cuando hablamos de amor".

Como compañero perfecto para este ejercicio de autoparodia, González Iñárritu se asocia con Michael Keaton, cuyo paralelismo con el personaje es clarísimo (él fue el primer "Batman" del cine y está en horas bajas desde hace 20 años) y que en su resurrección cinematográfica ofrece una descarnada, divertida y brutal interpretación.

"Es lo más difícil que he hecho como actor. No solo por cómo es el personaje sino por cómo está hecha la película, pues tenía que pasar en apenas 40 segundos por diferentes estados de ánimo", aseguró Keaton.

Junto a él, se une a esta pieza de teatro dentro del cine un soberbio Edward Norton, que interpreta a un actor de vanidad insostenible que solo sabe decir la verdad en escena. "Solo tuve que hablar como Alejandro pero quitándome el acento mexicano", bromeó el intérprete.

Además, completan el multiestelar reparto Naomi Watts, encarnando a una actriz ansiosa por debutar en la meca del teatro estadounidense; Emma Stone, como la problemática hija de Keaton; Zach Galifianakis, como su agente y mejor amigo; y Amy Ryan, como su sufrida esposa.

Y González Iñárritu confirma así su condición de maestro de la dirección de actores, tras haber llevado a las puertas del Óscar a la propia Watts, a Benicio del Toro, Javier Bardem, Adriana Barraza y a Rinko Kikuchi.

Pero más allá de lo temático, el mejor aliado del director para este desnudo pero complicadísimo filme fue su director de fotografía, el oscarizado Emmanuel Lubezki.

Con él se atrevió a afrontar el reto de lo que "algunos definieron como un suicidio", pero que, una vez terminado, se tornó un prodigio de naturalismo, un único plano en el que el espectador siente que recorre las tripas de un teatro de Broadway y toca a los personajes.

"Rodar en una sola escena es como escribir un libro sin oportunidad de poder corregirlo", aseguró el director, y alabó la labor de Lubezki por haber conseguido la magia de iluminar sin iluminar, de recorrer ingrávido pasillos, escenarios, azoteas e incluso Times Square sin marear al espectador y dando sentido narrativo a la historia.

"Nada en la película está improvisado. Todo es fruto de un minucioso cálculo. Todo fue gracias a la gran habilidad de Chivo (como llaman cariñosamente a Lubezki) y a los ensayos", concluyó.

"Birdman" llegará a las salas comerciales estadounidenses de manera limitada el 17 de octubre y, previendo entrar en la temporada de grandes premios (suena fuerte como mejor actor y mejor director), tiene previsto su estreno en España el 9 de enero, y en Latinoamérica a partir de febrero.