La ceremonia de entrega de premios de la 74ª edición del Festival de Cannes probablemente será recordada como la más extraña de toda la historia del certamen, y no solo por el hecho de haber tenido lugar en medio de una pandemia. El jurado presidido por el cineasta Spike Lee, de entrada, ha repartido una cantidad inaudita de premios ex-aequo; al principio de la gala, además, a causa de un malentendido idiomático, Lee ha desvelado antes de tiempo que la película ganadora de la Palma de Oro era ‘Titane’. Y esa elección, por último, es francamente sorprendente. Si el tercer largometraje de la francesa Julia Ducournau es la obra más extrema, transgresora, arriesgada y perturbadora en ganar el premio es algo sobre lo que se puede discutir, pero quien defienda lo contrario necesitará pensarlo mucho para encontrar motivos.

Después de todo, ‘Titane’ escenas increíblemente creativas de violencia homicida, sexo entre una mujer y un coche de motor rugiente, fluidos corporales nunca antes vistos en un ser humano y otros momentos -describirlos aquí sería hacer ‘spoiler’- capaces de generar el más absoluto desconcierto. Como la película inmediatamente interior de Ducornau, la fabulosa ‘Crudo’ (2016) -reflexión sobre la feminidad y el canibalismo-, tiene potencial para hacer que muchos de sus espectadores abandonen la sala escandalizados antes de tiempo, a pesar de que de ningún modo es una mera provocación sino una intrépida reflexión sobre asuntos como lo que significa vivir en guerra contra la propia anatomía, la maternidad no deseada y el trauma causado por una sexualidad reprimida. Es una película extraordinaria.

Situándola en lo más alto del palmarés, decimos, los jueces han hecho gala precisamente del tipo de mentalidad valiente y arriesgada que les ha faltado a la hora de repartir el resto de estatuillas. Los galardones ‘ex-aequo’ son una táctica que denota falta de consenso entre los miembros del jurado, y los de este jurado han recurrido a ellos en dos de las categorías más importantes del palmarés.

Por un lado, el Gran Premio Especial del Jurado ha ido a parar tanto a ‘Un héroe’, lo nuevo de Asghar Farhadi -una buena película que de ningún modo está a la altura de los mejores trabajos del cineasta iraní, ‘A propósito de Elly’ (2009) y ‘Nader y Simin: Una separación’ (2011), como a la simpática pero del todo intrascendente ‘Compartimento número 6’, del finlandés Juho Kuosmanen. Por otro, el Premio del Jurado -tercer galardón del palmarés en importancia- ha sido mitad para ‘Ahed’s Knee’, cabreado ejercicio de propaganda del israelí Nadav Lapid contra su propio país, y mitad para ‘Memoria’, del tailandés Apichatpong Weerasethakul. Para una obra tan singular y trascendente como esa última, llevarse medio premio es quizá más injusto de lo que sería no figurar en la lista de ganadores.

También cuestionables resultan la mayoría del resto de decisiones tomadas por Lee y sus compañeros de jurado. ‘Drive My Car’, del japonés Ryûsuke Hamaguchi, es sin duda la mejor película de cuantas han competido este año pero aun así ha tenido que conformarse con un galardón menor, Mejor Guion; el trabajo de Caleb Landry Jones en ‘Nitram’ en la piel de un asesino múltiple, por el que ha sido elegido Mejor Actor, es sin duda notable pero de ningún modo está a la altura de los protagonistas masculinos de otras ficciones a concurso -en opinión del arriba firmante, el galardón debería haber ido a parar a Simon Rex por ‘Red Rocket’-; y la única explicación sensata para justificar que el premio a la Mejor Actriz haya ido a parar a la noruega Renate Reinsve, protagonista de ‘The Worst Person in the World’, es que la competición de este año apenas ha incluido personajes femeninos de relieve entre los que escoger. Ninguna pega, eso sí, a la elección de Leos Carax como Mejor Director por su trabajo en ‘Annette’, película que se encargó de inaugurar el certamen hace casi dos semanas y, se mire como se mire, una obra excesiva, desconcertante, grotesca, deslumbrante, puntualmente fallida y en cualquier caso magnífica.