El cine de Carla Simón y el de Daniel Guzmán no se parecen en prácticamente nada, pero hay algo que conecta 'Alcarràs' y 'Canallas', y es la mezcla entre la realidad y la ficción y el juego que se establece entre ambas, hasta el punto de que las barreras se difuminan. ¿Qué es verdad y qué es mentira en la nueva película de Guzmán? Nunca lo sabremos y, en parte, ahí está la gracia. 

En su ópera prima 'A cambio de nada' el director sentó las bases de su estilo: historias de extrarradio, personajes pícaros, conflictos sociales y una mezcla entre crudeza y ternura. Ahora repite un mecanismo similar en 'Canallas', pero abordando el género de la comedia casi en estado puro. Su protagonista es Joaquín González, y está interpretado por el propio Joaquín González, al que Guzmán conoció cuando era un adolescente. Un tipo que intenta prosperar a base de chanchullos y al que todo le sale mal. Se meterá en un lío, y ese le llevará a otro, y a otro más, hasta que esté con el agua al cuello poniendo en peligro a todo su núcleo familiar: su madre Esther y su hija Brenda (que también lo son en la vida real) y su hermano experto en wing-chu. Junto a él, dos amigos de la infancia, Luismi (Luis Tosar) y ‘el Brujo’ (el propio Guzmán), nada recomendables. Como ya ocurría en 'A cambio de nada' con su propia abuela, el director sabe sacar lo mejor de los actores no profesionales ancianos. En esta ocasión, Esther (recientemente fallecida) se convierte en el alma de la película junto a su novio motero Jacinto, ambos dueños de los mejores gags.

“Queríamos reírnos un poco de nosotros mismos. En Joaquín parecían concentrarse buena parte de las miserias y el patetismo de la España que hemos transitado en los últimos tiempos y la intención era adscribirse al humor popular”, ha dicho Daniel Guzmán en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película. El director quería hacer algo diferente, experimentar, arriesgar, jugársela. “No sabíamos qué iba a salir de ahí, si una viguería o una mierda”, ha dicho Luis Tosar.

La complicidad del público durante el pase y las risas generalizadas parecen haber dado su veredicto.